Película Buffalo ’66

Scott Norwood, pateador estrella de los Bills, cimentó su leyenda esencialmente en los tempranos 90. En aquellos años, su excelente promedio llevó a jugar sus dos primeras Super Bowl a la franquicia de Buffalo. En el primer asalto, en la XXV Edición disputada frente a los Giants en Tampa Bay, Norwood dispuso de la ocasión idónea para cambiar el curso de la historia. Último segundo, 20-19 arriba NY, y la oportunidad de convertir un sencillo field goal que significaría el primer campeonato para los de Buffalo. El mundo se detuvo un instante para ver como el pateo de Scottie entraba directamente en la leyenda negra del deporte. El inexplicable error construyó un mito de la cultura popular americana, transformando en maldito al excelente jugador y con él al equipo: aquel día los Bills pusieron la primera piedra en pos de un peculiar honor: ostentar el peor registro de la NFL; cuatro finales, otras tantas derrotas y ninguna victoria. El club ya nunca levantaría cabeza. Desde entonces, y hasta ahora, se especula con la posibilidad de que Norwood errase a propósito, comprado por el vil metal. La gente olvidó injustamente su magnífica temporada, pero no su fallo. Jamás se lo perdonaron y nunca lo harán.

Una jamoncilla Ricci pasea junto al tempestuoso Gallo.

Buffalo ‘66 no es sino una de las muchas historias paralelas al citado acontecimiento deportivo. Antes Ace Ventura, en clave de comedia, se inspiró en ello para su famoso ‘Laces Out’ de Ray Finkle, e incluso los maravillosos Mercury Rev le homenajearon con su tema instrumental ‘Nocturne to Norwood’. Con el sabor y la nostalgia del mejor cine independiente, el actor Vincent Gallo debutó en la dirección para narrarnos la historia de Billy Brown, un joven que abandona el presidio tras cinco años encarcelado por un turbio asunto relacionado con las apuestas ilegales y aquel mítico fallo de Norwood. El irascible e inadaptado chico forma parte de aquéllos que jamás podrán perdonar a Scottie ‘Wood’. Perdido en la vida, de la que el sistema penitenciario le apartó más que reinsertar, sólo desea encontrar al pateador de aquellos Bills del 90 y saldar la deuda contraída. Cree tener derecho a cobrar en sangre y su nulo apego a la sociedad parece querer confirmárselo a cada paso.

Desgarrado por el dolor, Billy sólo intenta satisfacer su necesidad vital. Él simplemente deseaba ser un muchacho normal, pero una infancia mal atendida por unos padres que no veían más allá de su ombligo le desvió del camino habitual. Aquellos traumas, inherentes a sus carencias afectivas, malformaron su personalidad en el momento crucial, tornándolo salvaje y mezquino. Billy, interpretado feroz y verazmente por el propio Gallo, siempre ansió tener una cita; una al más puro estilo americano. Recoger a la chica con su coche, salir a tomar algo, ir a la bolera y, si hay suerte, alquilar una habitación para dormir abrazados. Pero nuestra sociedad actual, mal que le pese a muchos, resulta excluyente con los perdedores, abandonando a aquellos que fallaron su oportunidad. Como Billy o, estableciendo el intencionado paralelismo, con los Bills, el equipo maldito de la NFL.

Nada puede redimir al inadaptado y asocial joven, salvo una segunda oportunidad. Aquélla de la que no dispuso Norwood. Pero ya sabemos que la vida, al igual que el deporte, rara vez las concede. Se trata aquí de la desigual lucha contra el fatídico determinismo pero, lamentablemente, las buenas chicas no se citan con ex presidiarios llenos de ira.

Bowling for Christina Ricci.

La cinta, egocentrista o renacentista, según gustos, se ve impregnada plenamente de Gallo, que se encarga de la dirección, guión, música y omnipresente interpretación. Y no obstante, constituye todo un dechado de virtudes, formando un más que interesante debut encuadrado en el más crudo cine independiente, sobrino del primer Wong Kar-Wai. Así, Buffalo ‘66 emparenta con aquel lenguaje cinematográfico universal en que el dibujo de personajes es sutil, las interpretaciones intensas y en el que todo sucede por algún motivo. Indispensablemente la película se ve apoyada en un esmerado andamio de secundarios que va de una disfuncional Anjelica Huston hasta una sensualmente extraña Christina Ricci. Emotivamente densa, la cinta supone una de las más agradables sorpresas que un cinéfilo podrá hallar en su videoclub. Su visionado siempre será un acierto; esta vez el lanzamiento irá entre palos.