
Valoración de VaDeCine.es: 9.5
Título original: Wo Hu Cang Long (Crouching Tiger, Hidden Dragon) Nacionalidad: Taiwan, Hong-Kong, China, Estados Unidos Año: 2000 Duración: 119 min. Dirección: Ang Lee Guión: Hui-Ling Wang, James Schamus, Kuo Jung Tsai (Novela: Du Lu Wang) Fotografía: Peter Pau Música: Tan Dun & Yo-Yo Ma Intérpretes: Chow Yun Fat (Li Mu Bai), Michelle Yeoh (Yu Shu Lien), Zhang Ziyi (Jiao Long), Chen Chang (Luo Xiao Hu)
Trailer
Recuerdo la infancia con especial cariño. Era un niño, pero ya sentía la deliciosa magia del cine en mis entrañas. Mi cinefagia, devorando el VHS en familia, forjó un cinéfilo con el tiempo. Pero hasta entonces, junto a mi hermano, sólo éramos pequeños exploradores de videoclubs. Apenas conocedores del séptimo arte, hacíamos llegar a casa multitud de cintas de dudosa calidad. Entre todas ellas un género acaparó gran parte de horas frente a la pantalla: aquél denominado Wuxia Pian, o cine sobre caballería de la China mítica. Vamos, despectivamente llamadas “pelis de chinos”, o simplemente de artes marciales, para entendernos. Una auténtica forma de expresión cultural del exótico país, generalmente despreciada en el mundo occidental. Pasaron los años y, obviamente, comprendí las deficiencias de la mayoría de estos títulos. Entonces apareció Tigre y Dragón y la magia regresó, reivindicando su lugar en el panorama cinematográfico y resultando igualmente apreciada por propios y extraños al subgénero.

Sin renunciar a los principios tradicionales, Ang Lee supo pulir las asperezas del Wuxia para acercar su obra a múltiples culturas. Así, respetando convencionalismos, la fantasía inunda esta fábula donde las leyes de la física son oníricamente alteradas como manda la mitología popular china. Sumergiéndonos en la poética ensoñación sugerida, el sensible cineasta taiwanés equilibra con sutileza espectaculares coreografías de lucha con una reflexiva narrativa. De este modo, su profundo mensaje romántico fluye con armonía entre la vigorosa puesta en escena. Todo encaja en proporción, nada sobra y cualquier momento de la obra encuentra su sentido y contrapuesto. El principio del Yin y el Yang nunca tuvo mejor representación en pantalla.
Ambientado en la China medieval, el relato presenta dos historias de amor muy diferentes. Por un lado la ternura del platónico romance entre dos veteranos de la lucha, el paladín Li Mu Bai y la valiente escolta Yu Shu Lien; por otro, la desordenada pasión entre dos jóvenes inmaduros, la impertinente y talentosa Jiao Long y el bandido Xiao Ju Luo. Ambos idilios resultan incompletos y desdichados, siendo sobrante en uno lo carente en el otro, y viceversa. El punto de encuentro entre ambos será la jubilación de Li Mu Bai, quien abandona una vida salpicada de sangre regalando su espada celestial como símbolo. Sin embargo, éste pronto descubrirá la difícil materialización de su meditada decisión. Su fortuito reencuentro con una vieja enemiga aflorará antiguos rencores, al tiempo que descubre el peligroso potencial de la discípula de ésta, Jiao Long. Unas extraordinarias cualidades que deben ser reconducidas inmediatamente.

Consagrado a la tradición, en realidad el director introduce pocas pero muy interesantes novedades argumentales de la mitología popular china. Por el contario, sabedor del escaso conocimiento de ésta entre el público occidental, adapta con talento su previsible y estereotipado universo de intachables héroes y amores desgraciados, tan arraigado en el mundo oriental como exótico para el resto. Así, su éxito es absoluto, cumpliendo la premisa de mantener la base y enriquecer su desarrollo con una excelente formalidad técnica, insólita en el género, y apostando por un omnipresente alegato feminista dentro de un mundo de hombres.
Artísticamente deslumbrante, la belleza de su música, escenarios y localizaciones resulta abrumadora. Tanto en interiores como en el verde bosque o el áspero desierto, Ang Lee regala preciosas fotografías envueltas en melodía con apabullante maestría. Desde las vertiginosas persecuciones sobre los tejados hasta sus delicadas imágenes trepando por los árboles, sus visuales secuencias transmiten mucho más que perfección técnica y acción trepidante. De este modo, la expresión corporal y la exposición del combate como medio de comunicación entre rivales amplían las fronteras de su excepcional lenguaje cinematográfico.

En definitiva, un fuerte impacto en la época, agasajado con multitud de galardones, entre los que cabe destacar la conquista del Oscar de la Academia para la Mejor Película de Habla No Inglesa. Un extraordinario reconocimiento para una cinta descendiente de todas aquéllas que consumieron gran parte de mi paga semanal en alquileres. Todo un lujo, les invito a dejarse llevar por el embrujo y profundidad de esta joya del cine asiático.
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Genial..puede que mi peli de artes marciales favorit