
Valoración de VaDeCine.es: 8.5
Título original: Tacones Lejanos Nacionalidad: España Año: 1991 Duración: 113 min Dirección: Pedro Almodóvar Guión: Pedro Almodóvar Fotografía: Alfredo Mayo Música: Ryuichi Sakamoto Intérpretes: Marisa Paredes (Beckydel Páramo); Victoria Abril (Rebeca); Miguel Bosé (Letal); Féodor Atkine (Manuel); Miriam Díaz-Aroca (Isabel) Trailer
Quizá por el descalabro que supuso Kika, se tiende a situar la “madurez” cinematográfica de Pedro Almodóvar en La Flor de mi Secreto. En cambio, Tacones Lejanos es, probablemente, el primer gran melodrama de su carrera. Perfectamente engarzada, esta historia negra de amores y desamores, de engaños y represalias, es un estupendo ejercicio de dirección, vanguardista y falto de complejos, que no oculta su marcado carácter clásico sin perder por ello algunas de las constantes de su etapa más underground, como ese gusto por el absurdo y lo escatológico. Costaría imaginar que una película de la época dorada de Hollywood tuviera como elemento de desenlace un lunar en el glande. Eso sólo ocurre en territorio Almodóvar. Es precisamente este espíritu libre y único, el que ha llevado al director, una vez afinada su mirada, a firmar algunas de las páginas más memorables de nuestra cultura.

Rebeca (Victoria Abril) de blanco, Becky del Páramo (Marisa Paredes) de rojo. Así se reencuentran madre e hija tras muchos años separadas al comienzo de la película. Sus nombres, en el fondo, son el mismo. Al final de su historia, cuando una toma el papel de la otra para sellar por fin su amor materno-filial tras tanto daño, los colores son contrarios. Nada de esto es casual. Almodóvar está especialmente acertado en lo que a cromática se refiere. Su melodrama, tiznado en su espíritu como ya he mencionado, es sin embargo multicolor en su puesta en escena. El rojo, color de la pasión; motor de sus personajes, gobierna cada secuencia del primer al último fotograma. Un ejercicio con el que, sin quererlo, se anticipa un par de años a la fantástica trilogía de Kieslowski. Victoria Abril, nueva musa del director en aquella época, y Marisa Paredes, excesiva como cabe esperar de una diva de la canción, cargan sobre sus hombros todo el peso dramático de la película. Sus interpretaciones están a la altura de sus frases, especialmente Victoria Abril, una actriz como la copa de un pino a la que jamás se ha hecho justicia, que en dos largos monólogos (ante una cámara de televisión y ante su madre) derrocha talento. A ellas se unen un sorprendentemente solvente Miguel Bosé; y Féodor Atkine, marido de Rebeca y antiguo amor de Becky, tercer vértice del triangulo pasional sobre el que gravita la historia.

Si atendemos a los pequeños imponderables, a esos destellos fugaces que uno no sabe bien por qué pero le acompañan con el paso de lo años, Tacones Lejanos tampoco es territorio baldío. El espectador encontrará, cuando menos, dos de esos momentos inolvidables: el funambulista cunnilingus que Bosé y Abril protagonizan, una secuencia desternillante donde ella está mas allá de lo cómico; y la introducción, en mi opinión por primera vez con plenitud de significado, de los interludios musicales en sus historias. La voz de Luz Casal cala bien hondo con dos temas cuya melancolía queda adherida a la piel de las dos actrices: Un Año de Amor y Piensa en mí, este último por partida doble. Posiblemente falte algo de esa capacidad para conmover que sí tienen Todo Sobre Mi Madre, Hable con Ella o Volver. Pero Tacones Lejanos es una película cuya lucidez y estilo la colocan a la altura de sus mejores obras. Y eso, cuando se trata de Almodóvar, tiene carácter superlativo.
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las interpretaciones de sus actrices protagonistas rozan la excelencia...como en todas sus pelis..pero me llama la atención la desgana en la dirección de resto de actores.