Película El delirante mundo de los Feebles

Peter Jackson dirige y co-escribe esta historia sobre una compañía de teatro de variedades, cuyos entresijos de cada uno de los personajes servirán para criticar un mundo en el que a menudo no es oro todo lo que reluce. El guión es ingenioso y entretenido, con un humor que va del blanco al negro sin solución de continuidad. Pero lo que le da el toque interesante a la cinta es el hecho de que está interpretado por marionetas, y además todas ellas animales, siendo el resultado mucho mejor que sus partes. Esto último dota de grandes posibilidades a la hora de jugar con las jerarquías del reino animal para crear humor o ironía. Jackson lo aprovecha al máximo y consigue una película original y divertida.

La inteligencia y el saber hacer del director de El señor de los anillos quedó fuera de toda duda tras rodar dicha trilogía, pero la verdad es que mucho antes de eso, y para el que supiera ver, las dotes cinematográficas del neocelandés salían a borbotones de los fotogramas de sus películas como la sangre fluía de las cabezas de los alienígenas de Mal Gusto. Los cuales, por cierto, aparecen fugazmente en pantalla.

En la cinta que nos ocupa, Jackson sale airoso del reto que se auto-impone por partida triple. Por un lado saca total partido humorístico y argumental a la parte animal del reparto y aprovecha el carácter de muñecos de los mismos para dar rienda suelta a su lado gore, repartiendo a diestro y siniestro en todos los sentidos (ojo a esa mosca come-mierda que trabaja de periodista de prensa rosa). Por el otro, consigue que las marionetas queden más que razonablemente bien enmarcadas en el contexto, aportando algo cada una de las micro-historias que se cuentan y, técnicamente, todo lo buenas que se puede con esos relativamente pocos medios de los que disponía. Finalmente, el guión es fluido y bien escrito, incluso el final es coherente, dentro de lo que cabe. Creo que rodado con personas podría haber funcionado más o menos igual, aunque hubiera perdido bastante de la gracia que tiene.

Bien es verdad que algunos aspectos están poco cuidados, como la música, y que por entonces el estilo de Jackson era todavía muy tosco, pero de alguna forma todo ello ayuda a introducirnos en el mundo paralelo (o no tanto) en el que habitan estas criaturas. La historia es cruda y el humor negro campa a sus anchas, violencia, snuff-movies, sexo, drogas…entre muñecajo y muñecajo el director nos cuela una peli de cine negro negrísimo en el que la positividad de otros programas protagonizados por marionetas se torna en una sangría salvaje de bajos instintos.

Unos Teleñecos pervertidos, un Barrio Sésamo pasado por el barro mugriento de la realidad, los Feebles podrían ser tan reales como la tela de que están hechos. En la transición desde el cineasta de bajísimo presupuesto y género gore al creador de superproducciones del más alto nivel, Peter Jackson dejó en el camino una sátira corrosiva sobre el sórdido mundo interior de unos animales desatados tan parecidos a los humanos que podrían pasar por cualquiera de nosotros.