Película Dick Tracy

Poco antes de que los avances digitales y la pantalla azul inundaran el universo de las adaptaciones del cómic, descubrimos encantadores títulos como Dick Tracy; una pintoresca obra capaz de crear esa atmósfera propia de la historieta gráfica con inmensa creatividad en escenarios, maquillaje y recursos cinematográficos clásicos de gran riqueza. Cierto es que se aprecian las limitaciones de la técnica tradicional, no obstante, muchos nostálgicos disfrutamos de una degustación periódica de aquellos viejos trucos de artificio que forjaron el mito de Hollywood.

Basado en el personaje del cómic creado por Chester Gould en los años 30, no sería el film que nos ocupa la primera traducción de sus aventuras al medio audiovisual. Mucho antes el célebre detective se enfrentó a gangsters y múltiples peligros en populares seriales de radio, cine y televisión. Sin embargo, la estruendosa notoriedad mundial no llegaría hasta el estreno de esta exótica cinta, dirigida y protagonizada por Warren Beatty. Un viejo sueño del cineasta norteamericano, devorador de tebeos en la infancia, que ni podría entonces imaginar la completa asociación de Dick Tracy a su persona décadas después.

De coqueta dirección artística, esta particular suerte de cine negro rebosa color. Un talentoso trabajo consolidado en verdaderas viñetas perfiladas con un carismático diseño de producción. El ostentoso maquillaje, la cuidada fotografía y su personalísimo vestuario resultan de lo más seductor. La imaginativa ambientación “Felices Años 20”, armoniosamente aderezada con la música adecuada, hace del film un notable estímulo sensorial culminado en la acertadísima tonada Sooner or Latter, a cargo de la siempre sugerente Madonna. Sin embargo, y por desgracia, este fascinante envoltorio esconde un guión de escaso gancho y poca monta. Una irregular trama, tremendamente plana y desgastada en la que, bajo excusa de homenaje, los tópicos aventajan a las exiguas sorpresas de nula inspiración. Y es que el relajado libreto, ni en su rama policiaca, ni aún menos trazando enredos amorosos, anda fino, desperdiciando el talento de su selecto reparto hasta vulgarizar una obra que podría haber corrido mejor fortuna.

Nominada a 7 Oscars de la Academia, Dick Tracy se alzó merecidamente con las estatuillas reservadas para la mejor dirección artística, canción y maquillaje. Harina de otro costal, como digo, es su ramplón argumento, culpable de la evidente mutilación que la cinta ha sufrido en el recuerdo de los espectadores con el paso de los años.