Película Broadway Danny Rose

Inmerso en una época en la que la comedia dominaba su filmografía y acompañado nuevamente por su inseparable por entonces Mia Farrow, Broadway Danny Rose es un entretenimiento marca de la casa que, si bien no llega a la altura de otras obras de Allen, cumple perfectamente su cometido y cuenta con escenas y gags tan ingeniosos y brillantes como a los que nos tiene acostumbrados el genio de Manhattan. Además está rodada en un blanco y negro que pretende atemporalizarla y que huye de los 80 en los que fue rodada, recurso que ha sido muchas veces utilizado por el director.

Un número que salió mal

Danny Rose es un representante de artistas de Broadway. Sus clientes son los más cutres y parias del mundo del espectáculo pero aún así él se deja la piel en su trabajo, poniendo todo su empeño en que triunfen números infumables. Todo se complica cuando unos de sus representados, una vieja gloria de la canción que vuelve a tener relativo éxito (interpretado por el cantante Nick Apollo Forte), tiene problemas con su amante.

Broadway Danny Rose no pasa de ser una concatenación de chistes y situaciones graciosas cortesía del director judío, unidas mediante una rocambolesca historia sin demasiado interés. La sonrisa nunca desaparecerá de la cara del espectador que vea la película, tornándose carcajada en momentos puntuales en los que la verborrea de Woody se vuelve especiamente acertada (cosa que ocurre en todas sus películas cómicas, en unas más que en otras) o el chiste visual particularmente gracioso. En esa parte puramente humorística que tanto le gusta utilizar al director destacan sobremanera los artistas «imposibles» que vemos desfilar por la pantalla.

Allen y Farrow

El mayor problema que tiene la cinta es que debajo de ese barniz sonriente queda poca cosa, si acaso al final se intenta maquillar la ligereza del conjunto con un desenlace que deja un sabor agridulce. Por tanto no se debe buscar una reflexión demasiado honda a lo que ocurre y simplemente dejarse llevar y pasar un rato agradable, sin más. Esto que para Woody Allen suena casi como despectivo no lo es en absoluto, y ya quisiéramos todos que la mayoría de las películas que vemos consiguieran dicho fin, si bien no profundo y enriquecedor, si loable y necesario.