Película El velo pintado

Dotar de especial relevancia al marco en que se encuadra una historia no es tarea sencilla. Ante tal intento puede correrse el riesgo de que el escenario devore la trama, quedando ésta reducida a mera anécdota. Sin embargo, en esta ocasión, John Curran acierta de lleno dando peso a ambos factores, convirtiendo este trabajo en un despliegue poético a un doble nivel, en el que paisaje y drama se funden para dar lugar a una excelente adaptación literaria del clásico de Somerset Maughan.

En una sociedad en la que el matrimonio es una obligación social, Kitty se verá avocada a casarse con Walter, maniobra que rentabilizará para liberarse de las constantes presiones a las que se ve sometida por parte de sus pomposos padres. El encuentro concertado de la pareja no hallará el equilibrio por parte de ambos. Él quedará prendado, mientras que ella se aferrará de manera egoísta a la vía de escape que la vida conyugal le proporciona, ya que su futuro marido, médico de profesión, deberá trasladarse a China para luchar contra el cólera, aventura en la que su mujer deberá acompañarle.

Las diferentes etapas que experimenta el amor de los protagonistas se verán correspondidas con los diferentes entornos. Tras el ambiente aburguesado que acompaña a la primera toma de contacto de la joven pareja, el desencuentro no tardará en hacerse presente, trasladándose la acción al convulso Shangai de los años veinte. El médico verá como su mujer se deja arrastrar por los encantos de Charlie, norteamericano seductor que no tardará en mostrar a Kitty que el amor a veces es sólo un mero espejismo tendente a la efervescencia, fruto de la necesidad más que de un romántico sino. Los acontecimientos desencadenarán en el abúlico médico una reacción insospechada. Su débil carácter se transformará en un torbellino de ira que sacudirá con fuerza a Kitty, que aguantará estoicamente a fin de expiar sus faltas.

El argumento plasma una vorágine de sentimientos que mutan de manera natural y verosímil, sin grandes giros emocionales repentinos, haciendo del factor romántico un elemento totalmente admisible. Los actores dan credibilidad a la historia en sus roles, siendo especialmente remarcable el de Naomi Watts, a quien vemos crecer en su actuación a medida que su personaje evoluciona. Fotografía y música se acompasan serenamente seduciendo al espectador con un viaje por los fascinantes escenarios naturales de China que contrastan con el anárquico desgobierno que siembra el cólera.

En definitiva, El velo pintado posee todos los elementos para consagrarse como una poderosa historia de amor atemporal. Tomando como eje central el elemento catártico, Curran nos embarca en un periplo emocional y visual que, sin duda, fascinará a los simpatizantes de los dramas románticos sobrecogedores.