Película Species (Especie Mortal)

El existente programa SETI (Search for Extra-Terrestrial Inteligence), consistente en el envío hacia el espacio exterior de información inteligible por organismos avanzados, genera, debido a su escasa probabilidad de éxito, más de una crítica entre la comunidad científica, pues por infinita distancia, tiempo y la conjunción de ambos, resulta harto complicado, desde un punto de vista mínimamente riguroso, establecer contacto alguno. Desde hace años se viene pidiendo destinar los fondos del SETI a proyectos que aborden la búsqueda de vida alienígena de forma más realista, centrados en el rastreo de formas de vida mucho más simples.

Este programa, con más ficción que ciencia, es el punto de partida de Species, que juega con la idea de la recepción de respuesta extra terrestre al envío de nuestro código genético. Los investigadores reciben una secuencia alterada del genoma humano que, en principio, será interpretada como una mejora de la especie y, por tanto, no dudarán en experimentar con la nueva evolución. Sil será el nombre del individuo cero que, como buen ser vivo, intentará completar su ciclo vital al más puro estilo Cucal: nacer, crecer y reproducirse.

¿¿Habéis visto a la rubiaca de debajo??

Tras el interesante planteamiento inicial, la cinta dirigida por el ecléctico Roger Donaldson transita caminos mil veces recorridos en multitud de films, por donde ya no crece la hierba. Absolutamente predecible, no hay un solo elemento que no recuerde a compañeras de género. Especialmente asaltadas se verán Alien (1979) y La Cosa (1982). Así, no faltarán los lanzallamas, crisálidas, seres informes y demás. De hecho, incluso se contrató al lovecraftiano H.R. Giger, creador de la criatura Alien, para dar forma al engendro de Species.

Un excelente elenco de actores se embarcaron, misteriosamente, en este proyecto para ocupar los trillados roles de los científicos, el asocial vidente de buen corazón y el cazador de personas, contratados por un gubernamental jefe de proyecto carente de sentimientos. No debió resultar tarea sencilla desaprovechar un reparto así, pero un guión facilón con personajes estereotipados puede mover montañas. Conseguir que Ben Kingsley roce la parodia, Alfred Molina parezca un cualquiera y desubicar al gran Forest Whitaker tiene su mérito. Eso sí, para Michael Madsen se reservó un papel de tipo duro a lo Michael Madsen.

Visual y técnicamente la cinta no pasaría de correcta si fuese de principios de los 80, pero parece bastante vulgar para haber sido rodada nada menos que en 1995, fecha de producción que también juega en su contra a la hora de valorar su manido argumento que, aún con todo, dio para unas cuantas secuelas aún más olvidables. Y es que la idea de una híbrida alien-humana sedienta de sexo suelta en Los Ángeles y un equipo de variados expertos a su caza, incluyendo un psíquico que resuelva problemas argumentales, da para una ristra infinitita de subproductos.

La rubiaca en cuestión. Natasha Henstridge por si alguien quiere consultar su… biografía.

Entretenida sin más, falla completamente en sus pretensiones de perdurar, pues la absoluta falta de riesgo y las deficiencias en la dirección desembocan en un televisivo acabado que deja la cinta en un apartado rincón del videoclub sin más aliciente que las curvas de su atractiva protagonista, lo único que los espectadores recuerdan del film. Triste y merecido destino.