Película Una Conejita en el Campus

Shelley, estúpida e inocente conejita Playboy, es expulsada de la estupenda Mansión del viejo Heff al cumplir los 27 añitos, convirtiéndose en una desvalida sintecho que, por casualidad, da con sus huesos en un Campus Universitario. Allí, intentará rehacer su vida, pues como todo el mundo sabe, la Uni es lo más parecido a la citada mansión que hay sobre la faz de la tierra. Tras ser rechazada en las hermandades guays por falta de clase, acaba por conocer la Hermandad de los Horrores, refugio de unas pocas freaks que ven amenazado el hogar de su asociación por falta de miembros. Shelley les enseñará a ser sexys y populares, consiguiendo así el número necesario de afiliados para salvar su hermandad. Como era de esperar, resulta que las feas, oh sorpresa, eran guapas y al final todo saldrá de dulce, no sin antes sufrir algún malentendido y/o escollo. Como guinda, todas aprenderán una valiosa lección moral y algunas, incluso, conseguirán novio.

Clase de maquillaje. Margaret Astor patrocina. Nancy imparte lecciones.

Bien, empecemos… este manido argumento parece no dar para mucho, pero la realidad es que no da para nada. Sin ironía y falta de cualquier gracia, conseguir reír alguna vez en la película se convierte en poco menos que imposible. Para colmo, la búsqueda de una buena calificación por edades deja el film carente del más mínimo espíritu gamberro o zafio, que suele ser lo único que puede sostener este tipo de producciones… perdón, quise decir subproductos. En el fondo, y para colmo, ni el más mínimo rastro de crítica al superfluo mundo Playboy es perceptible en la aburrida cinta. Lejos de ello, Heffner, que se marca un cameo o lavado de imagen, a elección del consumidor, parece un estupendo abuelito que acoge a las chicas como a sus propias hijas.

Las feas caminan cual caballo andaluz orgullosas de su nuevo look.

Posiblemente de lo peor del año, ni se les pase por la cabeza acudir a ver este deleznable engendro que no da ni para entretenimiento en tarde de siesta. El lamentable círculo se cierra con perlas del estilo de “a los chicos no le gustan las chicas inteligentes” o “hay que maquillar bien los ojos, porque son los pezones de la cara”. En fin…