Película El Color del Dinero

Aunque claramente inferior a El buscavidas, película de la que El Color del Dinero viene a ser una libre continuación, a esta nueva entrega de las aventuras de Eddie Felson manejando el taco de billar hay que reconocerle también un especial encanto que muchos cinéfilos apreciarán, en gran parte, gracias a la magistral actuación de Paul Newman interpretando de nuevo al pícaro personaje en su madurez.

Resulta curioso que tras toda una sobresaliente carrera repleta de nominaciones al Oscar, sin conseguir nunca alzarse con la preciada estatuilla al mejor actor, Newman resultara premiado al fin por esta película no especialmente brillante, todo sea dicho de paso, exactamente un año después de haber sido éste galardonado con un Oscar honorífico de la Academia que parecía alejarle definitivamente de su ansiado triunfo en la categoría reservada para el mejor intérprete del año. Muy merecido, no obstante, pues en esta correcta, aunque jamás deslumbrante cinta de Martin Scorsese, el veterano actor estadounidense logra mantener a flote la película con su estupendo y experimentado trabajo, pese a las irregularidades apreciables a lo largo y ancho de un metraje que por momentos roza el amago de un bostezo que, afortunadamente, no llega a consumar.

Esta historia de ambición y ego narra como el viejo ex campeón de billar Eddie Felson (Paul Newman), retirado hace años y dedicado a otros menesteres, siente de nuevo en sus entrañas la magia del juego y la necesidad de poner en práctica su infinita picardía para el timo al contemplar el magnífico talento de un joven insolente, Vincent (Tom Cruise), que disfruta tranquilamente de su habilidad sin percatarse de las posibilidades que, con su particular don para meter las bolas en las troneras, podría aprovechar para hacer mucho dinero fácil. Felson y Vincent, tras conocerse y negociar, decidirán colaborar, no sin dificultades por sus distintos caracteres, completando el heterogéneo equipo Carmen (Mary Elisabeth Mastrantonio), novia del muchacho y, en muchos momentos, elemento conciliador entre ambos jugadores en pos del éxito de su prometedora cooperación que combina destreza y experiencia.

El triunfo, concepto sobre el que gira la obra, es mostrado en este duelo generacional desde dos diferentes puntos de vista que ambos jugadores experimentarán durante la película y que chocan por su incompatibilidad a la hora de conseguir timar aficionados al taco carentes de talento. Así pues, una de las perspectivas será la del éxito puramente materializado en dólares, mientras que la otra versión del triunfo, menos lucrativa y más orgullosa consistirá en demostrar ser el mejor jugador, ganando absolutamente todas las partidas sin miramientos, alimentando el ego de estos ases del billar.

Acompañado por un más que aceptable trabajo de secundarios de lujo como el joven y exitoso Cruise, Mastrantonio, Withaker o Turturro; Paul Newman borda su papel y, como digo, sostiene sólidamente la trama con su conseguido personaje que, pese a no quedar enmarcado dentro un gran película, sí que logra hacer muy buenas carambolas que elevan el acabado de un film de contrastes. Buenas intenciones, varias lagunas, un auténtico maestro de la interpretación, un joven e impetuoso talento, además de un puñado de buenas secuencias y lecciones morales, deficientemente combinadas con varios giros bruscos de guión muy discutibles. Pese a todo y con todo, un largometraje bastante recomendable y disfrutable, en gran medida, por la gran labor del genio de los ojos azules desplegando una vez más su innegable magnetismo que no pierde un ápice de fuerza ni tan siquiera en su avanzada madurez.