Película Una bala en la cabeza

Sylvester Stallone se resiste a desaparecer del panorama, al igual que la esencia del género que le otorgó fama en los ochenta. El obstinado cineasta sigue en la brecha. Su enérgico esfuerzo hace años que goza de cierto reconocimiento entre sus colegas de la industria. Referido a las muscle operas, él mismo ha propiciado se hayan vuelto a poner de moda, si bien muchas de ellas abusan de la semiparodia para con sus viejos héroes. El caso que nos ocupa se diferencia un tanto de aquéllas, la mayoría más interesadas en homenajes irónicos. Y es que esta película encuentra el mayor halago en escuchar que es exactamente lo que se podría esperar en otros tiempos de un título encabezado por el apellido de su protagonista: una buena ración de sopapos y adrenalina con pizcas de un bien encajado humor para mayor placer de los aficionados a la acción más física que pirotécnica. Aquello era lo que era, no nos engañemos, pero sí tenía un toque genuino que cimentaba su encanto como peculiar entretenimiento de evasión.

Ni estructural ni formalmente esta adaptación de la novela gráfica de Alexis Nolen reclama gran interés. Tampoco su trama importa demasiado, todo sea dicho de paso. La única pretensión es que los fans pasen un buen rato con su viejo ídolo. La personalidad de Stallone inunda este proyecto tirando a simplón que, sin embargo, rezuma cierto estilo entre ecos de un noir al que pretende acercarse con la rota voz en off de la estrella de la función, aderezándose el conjunto con el manido pero siempre efectivo recurso de los colegas a la fuerza. El intento despierta simpatía, no obstante cabe señalar que no estamos ante una obra ni mucho menos imprescindible para los seguidores del rudo actor.