Película Armageddon

Hay cintas que funcionan, no sabemos muy bien por qué, pero funcionan. Y a las mil maravillas. Michael Bay, gurú del cine de tipo duro, de persecución y petardazo, se atreve esta vez con el fin del mundo. Pero no afrontará esta tarea de modo convencional, sino que lo hará a su estilo. Un apocalipsis que se tiñe de negra brea, sudor y mucha testosterona.

Dejemos los paneles llenos de botoncitos y las indescifrables ecuaciones a las ratas de biblioteca. Ante un meteorito gigante a punto de colisionar con la tierra, Bay propone un par… de taladros. Y bien es sabido que los taladros de Bruce Willis son los más cotizados de USA. Perforador de yacimientos petrolíferos, asocial, padre soltero de la nívea Liv Tyler (papi se encarga de la canción estrella de la BSO) y padrino del siempre solvente Ben Affleck, Willis se alza rudo y descortés mesías de la humanidad. Nuestra supervivencia como especie queda en manos de un equipo formado por sus hombres de confianza: una panda de delincuentes tan depravados, licenciosos y compulsivos como adorablemente fraternales y altruistas.

¿El secreto del éxito? Quizá el enfoque. Bay, lejos de concentrar esfuerzos únicamente en la faceta dramática propone una alternativa sorprendentemente divertida y entretenida. Sonrisas y lágrimas combinan en una trama que se soluciona a lo bestia: fuerza bruta y mucho arrojo. Relegada a un segundo plano queda la ciencia. Las emociones, las agallas y las relaciones humanas convergen en un agónico, casi utópico, intento de salvar a la raza humana de la total extinción.

¿Americanada? ¿Sensiblera? ¿Comercial? Probablemente. Aun así, por encima de todo aquello, resplandece entre las sombras del adocenamiento la figura del hombre comprometido, no con un país, sino con sus propios valores, sus propios juicios, su férrea moral y entrega. Un suegro superhéroe, pero a la vez muy terreno. Todo ello combina a la perfección con un sentido del humor exquisitamente decadente, una historia de amor muy resultona y una acción al más puro estilo Bay, siempre sinónimo de entretenimiento. Algo más que un pasatiempo de sobremesa, sin duda.