Película Los amos del barrio

Desdibujada en su mezcla de géneros, Los amos del barrio se presenta como una boba comedia sin interés alguno en su rama de ciencia ficción. Que no aporta nada a la temática de invasiones extraterrestres es un hecho constatable; y no lo logra ni siquiera en esos terrenos de la parodia y el homenaje que intenta explorar sin éxito. Que sus burdas bromas patinan en un alto porcentaje es otro punto que nadie se atreve a discutir, si bien los grandes cómicos que las protagonizan sacan increíble jugo de ciertas chorradas. Sin embargo, y elevándose como el mayor desatino de todos, es su cansino y exasperante ritmo el auténtico problema de una historia trompicada que por momentos irrita tanto como los personajes principales que conforman la patrulla de vigilancia vecinal aquí exhibida.

 

En un liviano intento de satirizar acerca de las comunidades norteamericanas, la nueva película de Akiva Schaffer se afana en construir -sin la mala leche requerida- a sus desequilibrados protagonistas. Se supone que todos ellos aterrizan en el guión con el objetivo de encarnar carencias vitales de difícil solución como serían la incomunicación, la soledad o una terrible imposibilidad para establecer amistades. Un objetivo común, en este caso la amenaza de un asesino en la ciudad, reúne a este grupo para cimentar una moralina del todo a cien sobre la empatía y la fraternidad. La idea de partida es algo pobre pero no del todo aciaga. En el camino se concreta algún momento lúcido fundamentalmente referido al personaje de Ben Stiller, bienintencionado infatigable que alivia con acciones comunitarias sus lagunas personales, pero realmente el resultado en pantalla oferta a una pandilla de estúpidos que se dedica a hacer justicia al adjetivo para mayor agotamiento del respetable.

Sin renunciar a más de una secuencia que, supuestamente divertida, más bien provoca una inmensa vergüenza ajena, la cinta se desinfla por minutos hasta convertirse en la insípida y tirando a aburrida mamarrachez, que no delirante marcianada, que en definitiva es. Una pérdida de tiempo pese al talento humorístico de sus esforzados intérpretes.