Película Looper

DISPAROS QUE VUELVEN

Tercera película de Rian Johnson tras ese esperanzador debut en clave de cine negro juvenil que fue Brick (2005) y la bastante invisible The Brothers Bloom (2008). Después de estas realizaciones en clave indie se enfrenta ahora a un reto mucho mayor: pasa a dirigir un producto made in Hollywood, fabricado por tanto para ser un éxito de ventas y con la dificultad extra de tener que soportar el peso que supone manejar a actores consagrados de la talla de Bruce Willis o el cada vez más convincente Joseph Gordon-Levitt. Y la verdad es que una vez vista Looper no parece haberle temblado el pulso; más al contrario, queda demostrada su capacidad para cuajar una buena película, independientemente del camino a transitar y de las dificultades que se le presenten durante el mismo, que, en cualquier caso, no parecen hacer otra cosa sino reforzar su dotado ojo cinematográfico.

Se mueve en esta ocasión en el terreno del thriller, con toques de ciencia-ficción nada disimulados, para contarnos (también es el firmante del guión) el desempeño de los “loopers”, una especie de sicarios contratados por organizaciones criminales para acabar con personas non-gratas del futuro (prácticamente, una inversión de lo visto en Minority Report, en una acepción legal del término. En efecto, se lidia aquí con la temática de los viajes en el tiempo -contemplando su próxima realidad-, de tal manera que acontecen, a lo largo de la narración, una serie de paradojas temporales de imposible asimilación lógica, pero que Johnson nos relata de tal manera que parecen del todo creíbles (además de palpables), sin que exista ninguna confusión al respecto y posibilitando al espectador la perfecta comprensión de la trama.

Sin pretender ser una cinta demasiado discursiva, sí acierta a apuntar una visión bastante gris de nuestro futuro inminente, donde el mundo no habrá cambiado demasiado respecto al actual en cuanto al poder oculto -aunque bien presente y sospechado en nuestra sociedad- que ejercen entidades y organizaciones de difícil aprehensión en el marco legislativo, no digamos ya en el entorno social o incluso moral. Ante semejante tesitura, no parece descabellado que el individuo abone el terreno hacia la supervivencia, independientemente de la dureza o el grado de cinismo que para ello tenga que emplear, despojándose incluso de los más elementales escrúpulos si así fuera necesario, por más que ello conlleve la posibilidad de una autodestrucción.

Pero no es ese (sub)texto el mayor interés de Looper. Donde verdaderamente gana enteros es en su puesta en escena, a través de la exhibición de una imaginería visual de tono futurista pero con un cierto aroma a retro, lo cual le otorga un acabado de gran atractivo. En ese contexto se desarrollan una serie de secuencias de acción de alto voltaje cinematográfico, donde a la vigorosidad de los actores en plena vorágine se suma la impresión de una dinámica fílmica palpable en el acompañamiento de la cámara, que se inmiscuye en la acción sin miedo a ser atropellada o agujereada en algún disparo perdido, aunque estableciendo la distancia apropiada para clarificar la escenografía presente en el plano. Eso junto a algún ralentí embaucador, de reminiscencias visuales que van de >Matrix a }Origen, impregnan las imágenes del film de un poderoso sentido fascinador, retumbando con gran contundencia.

Looper es, por tanto, una gran revelación. Primero, por la confirmación de su director, al que definitivamente habrá que seguir muy de cerca porque a buen seguro nos deparará auténticas alegrías cinéfilas. Y segundo, porque en medio de un panorama bastante desolador en cuanto a la producción de películas corpulentas por sí mismas, donde ni siquiera sea necesario exigir de un gran texto detrás, ésta se revela como un más que competente, estudiado y magnético ejercicio de estilo a modo de thriller futurista en clave de cine negro.