Película Manolete

Manuel Laureano Rodríguez Sánchez, cuarto Califa del toreo, más conocido como Manolete, no sólo revolucionó el mundo taurino de la posguerra, una época en la que el nuevo régimen escondía sus vergüenzas tras el velo de los toros o el fútbol, panem et circenses en resumidas cuentas. En aquel entonces los toreros eran los nuevos gladiadores, héroes de la plebe rodeados de una idiosincrasia que le concedía casi un trato de semidioses, de hecho algunos gozaban incluso de cierta inmunidad diplomática. El diestro cordobés también rompió los moldes establecidos en su relación con la actriz Lupe Sino, relación de venidas y desaveniencias, pasión, lujo, desenfreno, odio, amor… el bocatto di cardinale de las actuales revistas del corazón.

Todo esto es lo que intenta recoger y plasmar el film que nos ocupa, y usar el verbo ‘intentar’ es ya hacer un halago al, digamos, incalificable Menno Meyjes. La película no es que no muestre nada, es que ni siquiera transmite o crea ninguna emoción a partir los entresijos de un mundo que, debates a parte, asombra porque se quedó parado en otro tiempo. Para colmo del tedio, la acción se mueve entre flashbacks y cuesta bastante mantener la atención de este insulso pitote de escenas.

Producto de un horrible guión, que acaba por convertirse en un listín de clichés, nacen unos personajes acartonados, unidimensionales. Los actores, parecido muy razonable de Brody y Penélope jamona mediantes, lidian como buenamente pueden con el libreto siendo conscientes de la vergüenza que esto acarreará a sus vástagos. Las caras de bochorno de Echanove aún se me aparecen en sueños.

Rodada en 2006 con su estreno previsto para 2007, los derechos fueron judicialmente embargados y ha tardado otros 6 años en ver la luz en España. Se llegó a catalogar como una película maldita, cuando simplemente es una pelicula malísima.