Voy a escribir según venga. Esta cinta me ha irritado y es mejor soltarlo cuanto antes. Para empezar, aunque odio la censura y lo digo en broma, defendería por un instante la idea de que hay determinados productos que no deberían salir de Estados Unidos. Que se los queden allí, por favor, que no nos contaminen con su ética y escala de valores; con esa adicción al trabajo y su delirante obsesión por vendernos que la realización personal se logra sólo a través de una carrera profesional ideal e inmaculada. Continuando con la mala leche, recordaré que conviene echar un vistazo a los tiempos que corren antes de pretender que conectemos con ciertas problemáticas. Cuidado con estas radiografías del éxito. Según nos pille la tarde, lo mismo llega a molestar el génesis del drama de esta parejita.
Pero vamos con la temática que da título a este proyecto. Al respecto, urge decir que estamos hasta arriba de ñoñerías y convencionalismos alrededor de la boda perfecta y el compromiso. Vale que su moraleja dicta que la vida de pareja no es un camino de rosas ni todo puede salir según lo previsto, pero es que incluso eso está más sobado en este subgénero que la pedidas de mano camino del aeropuerto. Además, hay que currarse mejor los aires tragicómicos para treintañeros. La plantilla para generarlos ya va cantando.
Por cierto, se supone que estamos ante una comedia, así que no se me olvide jamás quejarme de esto: no soporto que una película pretenda identificarse con el género colando gansadas o un personaje soez fuera de tono cada cinco minutos. Es insoportable; de verdad… no puedo con los gags físicos gratuitos, máxime cuando una producción se viste de seria y después mete un porrazo, juega a ser progre para a continuación echarse hacia atrás, propone sexo bruto pero tapando los culos o un protagonista pone los cuernos pero en un ratito llega el empate. Se te ve el plumero Apatow. La mojigatería sigue en las venas.
Y concluyendo, ¿era necesario llevarnos hasta las más de dos horas de metraje? ¿Por qué nos hacéis esto? A la película le sobran giros y absurdas degradaciones de sus personajes a todas luces. Menos tostón para intentar dar empaque a algo que difícilmente lo puede tener porque sus premisas son fallidas y los protagonistas odiosos. Así que, llegados aquí, ¿de qué sirve destacar la factura técnica de la obra o las dotes de sus intérpretes? La realidad es que sólo deseamos que se les atraganten las perdices, pero que no nos lo cuenten, por favor.