Película Superdetective en Hollywood

No hay mejor forma de presentar una comedia que la de asegurar que les hará reír. Pues bien, ésta es de las que lo consiguen con creces, situándose como una de las más notables de los ochenta, aunque cerca estuvo de ser más testosterónica que graciosa. Hoy en día es difícil imaginar este divertido e icónico policiaco sin la frescura de su genial protagonista, pero resulta curioso conocer que Sylvester Stallone fue el candidato escogido en producción antes de recalar el papel en el inspiradísimo Eddie Murphy. Por fortuna el proyecto se suavizó cuando Sly declinó la propuesta para poder revisar el subgénero a su manera con Cobra -film que no deja de encerrar cierto interés-, dejando entonces a Murphy vía libre para transformar el tono general de esta obra -y de la comedia de acción desde entonces- con su chispeante interpretación de un policía liante que sabe manejarse perfectamente fuera de la ley.

A grandes rasgos parece que nos encontramos ante un policiaco en toda regla, con un turbio caso y un perspicaz sabueso persiguiendo obstinadamente la pista del crimen. Como en anteriores propuestas del género, es siempre más sugerente que el policía se tome variadas licencias a la hora de servir al cuerpo, dotándole de personalidad al interpretar el código acorde a sus convicciones y lejos de las limitaciones jurisdiccionales. En Superdetective en Hollywood este habitual recurso es puesto en marcha con el personaje de Axel Foley (Eddie Murphy), quien oficialmente ejerce en Detroit pero pide unas vacaciones en Los Ángeles con la velada intención de investigar a su aire el asesinato de un amigo de su antigua época como granuja. En base a aquel pasado como follonero de verbo fácil, el guión ofrece sus mejores dosis de humor, resaltando su gracia callejera al ponerla en contraste con los aires panolis del departamento de Beverly Hills y, en cierto modo burlesco, de la ciudad de los famosos por extensión.

La propuesta, como se deduce del argumento anteriormente expuesto, es medianamente seria e incluso violenta por momentos; sin embargo, aun sin caer en una parodia del género ni mucho menos, la infiltración en su trepidante guión de un Murphy desatado acaba por arrastrar la película hasta los terrenos de la comedia pura, sepultando así nuestro interés por una trama criminal que se simplifica y emblanquece en favor del lucimiento de su indiscutible estrella de color. Sea como fuere, dado que la apuesta por su carismático protagonista definitivamente funciona a las mil maravillas, se justifica este sacrificio y alguna ligereza más en pos de un entretenimiento tan inolvidable como la conocida sintonía que acompaña las andanzas de este personaje mítico.