Película Trece Días

Descubrir títulos como éste, en medio de tantísimo producto ultatracomercial para neuronas de vacaciones, resulta un verdadero placer. Entretenido, intrigante y sumamente interesante desde el punto de vista político e histórico, obviamente Trece Días se estrelló estrepitosamente en una taquilla habitualmente reacia a este tipo de historias inteligentes y cargadas de diálogos de altísima seriedad. Además, películas como ésta encuentran más difícil acceso, aún, si no son acompañadas de la habitual megacampaña publicitaria que promociona los muchos bodrios multimillonarios que estrenan cada semana en nuestros cines.

Basada en la crisis de los misiles soviéticos instalados en Cuba en octubre del año 1962, los cuales amenazaron durante días la seguridad nacional estadounidense, la película narra los acontecimientos acaecidos en la Casa Blanca durante las dos semanas de tensión trascurridas desde que fueron detectadas las armas hasta la resolución de este conflicto, por cierto hábilmente gestionado por el presidente Kennedy, desde luego asesorado por sus más estrechos colaboradores, y por el Premier soviético Khrushchev. Todo un documento muy ilustrativo sobre la descripción de ese concepto de “Guerra Fría” a través de esta gran narración de aquellos trece días de alto nerviosismo que pudieron desencadenar una definitiva “III Guerra Mundial”.

Tratándose de un thriller político de más de dos horas de duración, es lógico pensar que si el acabado del film resulta tan satisfactorio es, sin duda, gracias a su ágil y acertado guión, entretenido a la par que comprometido e inteligente. Obviamente la veracidad histórica de lo narrado, debido a su cercanía en el tiempo y a la confidencialidad de muchos de los hechos, queda inevitablemente en tela de juicio, aunque su funcionamiento como película, que es lo que aquí valoraremos, es más que notable enganchando de principio a fin a un espectador que sólo respira relativamente tranquilo porque los libros de historia nos dicen, y por eso todos estamos vivos hoy, que esta crisis entre las dos superpotencias mundiales no llegó a mayores.

Técnicamente su factura es impecable, y en cuanto al nivel de los actores hay que reconocer el correcto trabajo de Costner, Greenwood y Culp, respectivamente interpretando al asesor presidencial Kenny O´Donnell, a John F. Kennedy, y a su hermano Robert Kennedy. Un trío que resulta el eje fundamental de una historia en la que estos hábiles políticos intentan frenar la beligerancia de los hombres fuertes del Pentágono, agotando con esperanza la vía diplomática sin atender a las presiones militares, todo ello bajo la más aterradora conciencia de la tremenda importancia que cada una de sus decisiones tendrá sobre el futuro inmediato del planeta.

Muy cuidado también, y es de agradecer en pos de la objetividad, queda el papel soviético en el film, pues en esta ocasión su imagen es bastante equilibrada respecto a la de los Estados Unidos, encontrando personajes virtuosos y radicales en ambos bandos por igual, y otorgando el mérito de la feliz resolución del entuerto a la cordura de unos y otros ante semejante pulso pre-bélico.

No sabemos hasta qué punto realmente estuvimos cercanos al «Apocalipsis Nuclear», sospecho que bastante menos de lo mostrado en la película, o eso necesito creer, lo cual puede llevarnos a pensar que su guión es quizás excesivamente tremendista y exagerado. No obstante, nuevamente juzgando como obra de cine, aunque fuera puramente ficticia en su globalidad, no hemos de negar que estamos ante una gran película de intriga en la que es una lástima inevitable conocer el sensato final. Esmerada, fascinante y trepidante, desde estas líneas animo con especial énfasis a descubrirla, sobre todo en vista a lo desapercibida que injustamente pasó por nuestras salas. Muy recomendable.