Valoración de VaDeCine.es: 6
Título original: The Big Year
Nacionalidad: Estados Unidos
Año: 2011 Duración: 100 min.
Dirección: David Frankel
Guión: Howard Franklin (Libro: Mark Obmascik)
Fotografía: Lawrence Sher
Música: Theodore Shapiro
Intérpretes: Owen Wilson (Bostick), Steve Martin (Stu), Jack Black (Brad), Rosamund Pike (Jessica)
Trailer
Ficha técnica en Sensacine
Tras Una pareja de tres (2008), David Frankel -más conocido por El Diablo se viste de Prada (2006)- vuelve a firmar una comedia blanca interesada en nuestros anhelos y en la difícil separación entre el terreno de la responsabilidad adulta y el del campo de los sueños que parecen dar sentido a la vida, calzando nuevamente un toque de afecto a los animales de por medio. En su tesis, la pintoresca cinta nos presenta a tres hombres locos por una misma pasión, la observación de aves, pero instalados en muy distintas etapas y cuestiones de la existencia. Para encarnar a sus protagonistas se ha recurrido a un trío cómico de renombre, imaginando así poder enriquecer de matices esta adaptación de la pieza literaria de Mark Obmascik. Francamente, y a la vista de la cantidad de puntos de vista recogidos, digamos que en gran parte lo consigue, si bien no siempre con lucidez y tiempo suficiente.

Repasando el muestrario, el personaje de competitivo idealista le va como anillo al dedo a Owen Wilson, el cual se encuentra muy a gusto en su papel de adulto negado para el matrimonio aunque sobresaliente como ornitólogo amateur. Nos recuerda con sus aires demenciales a ciertos trabajos bajo las órdenes de Wes Anderson, director con quien, por cierto, esta película parece emparentarse también en su estilo visual y rítmico. Un comedido Steve Martin destaca representando la hastiada madurez en busca de paz. Su cometido es reflejar hasta qué punto la obsesión por el trabajo y por las convenciones del éxito nos pueden apartar de nuestros verdaderos entusiasmos. Una pincelada familiar adorna su porción de película, asumiendo un rol paternal con el último vértice de este triángulo: el irritante Jack Black, quien interpreta por enésima vez un cóctel de su catálogo de personajes peterpanescos buscando el camino en la vida. Como siempre, aguantar sus aspavientos, por pocos que sean, queda sólo para fans.

Obviamente, se aspira a que la afición de los protagonistas sea lo más extravagante posible. Éste será el vehículo a través del cual se intentará dotar de personalidad a la película. Además, al utilizar un interés minoritario como la ornitología, el autor pretende que resulte lo suficientemente chocante para inquietarnos al ver cómo la estabilidad de estos se tambalea por un motivo tan particular. Si persiguieran un sueño demasiado común o lucrativo, la película se alejaría de sus objetivos. Así, los pájaros amenazan con invadir plenamente la escena; pero no será así. Aunque sobra metraje centrado en su revoleteo y migraciones, por suerte la cinta no pierde el norte y simplemente crea un marco para sus personajes. En vista de la escasa destreza mostrada para sacar gran provecho del mundillo de las aves, es de agradecer que realmente se trate sólo de un escenario singular para desarrollar con mediana habilidad, eso sí, determinados apuntes sobre la amistad, la familia, el compromiso y el amor, equilibrando de esta manera el tono caótico e infecundo que la cinta presenta cuando se deja llevar por los pájaros y la obsesión por ser el mejor avistador. No es que el discurso moralista resulte demasiado exuberante, ya que todo se percibe sobado y previsible a fin de cuentas, pero al menos reconforta que esta pausa reflexiva impida que el proyecto se deje arrastrar por un huracán de excesos y gags necios a la conquista del Campeonato Norteamericano de Observación de Aves.
En definitiva, satisface que estemos ante un trabajo adulto y simpático que ambiciona ser cómplice del público de media edad y sus probables crisis existenciales. En este sentido, al final de la proyección cada cual extraerá sus conclusiones e identificará o no sus experiencias con alguna de las posturas. Es cierto que como comedia falla al no logra arrancar demasiadas carcajadas, sin embargo su afán por intentarlo con personajes elaborados y no con estupideces ya supone suficiente estímulo como para concederle una oportunidad.
una paloma! la última especie que me faltaba por ver...ahí os quedáis pringaos..