Película Howard: un nuevo héroe

George Lucas puede presumir de un buen puñado de rotundos éxitos comerciales como director y productor. En la década de los 80 su buena puntería quedó sobradamente demostrada entre la chavalería. Sin embargo, aunque fueran excepción, algunos de sus proyectos acabaron en sonado fracaso económico. Entre sus batacazos más importantes encontramos esta Howard, un nuevo héroe, la cual se basa muy vagamente en un personaje de cómic experimental utilizado para satirizar distintos géneros y aspectos de la sociedad de los 70. La apuesta, dirigida por William Huyck, no pudo ser más vapuleada por la crítica, y a Lucas tampoco le quedó el consuelo de ver recuperada en taquilla la generosa inversión realizada en esta extravagante comedia de ciencia ficción. Todo un descalabro para la productora, puede decirse perfectamente, pese a su cuidada realización técnica y el gancho que una propuesta así parecía tener asegurado en los años del entretenimiento menos melindroso. Sorprenden un tanto estos datos, ¿verdad?, porque la realidad es que muchos aún la recordamos, y con cierto agrado.

Esto sí que es una patoaventura

Una de las principales razones que podrían explicar el generalizado rechazo hacia la cinta es su difícil calificación por edades. Por un lado, la estrafalaria aventura de un pato antropomorfo llegado de otro planeta parece decididamente dirigida a niños. La creación del personaje sobre un disfraz animatrónico asienta aún más la idea de que estamos ante un film completamente infantil. En cambio, el socarrón y cínico carácter del protagonista de la historia aleja el proyecto de los más peques, aunque sin tampoco conseguir que su irregular guión llame la atención de los mayores. Del mismo modo, se hace difícil saborear las agradables gotitas de humor políticamente incorrecto cuando nos encontramos ante una trama tan desdibujada, a la par que narrativamente pueril.

En su primer y fallido tramo encontramos los mayores problemas de la cinta. Durante sus primeros momentos, una vez abandonamos el interesante punto de partida mostrado en los créditos de inicio, básicamente la película aburre y decepciona mientras este pato extraterrestre se pasea por nuestro mundo buscando curro sin mayor reacción entre los humanos que la de tomarle por un tipo raro. No falta un manido primer contacto, en el que Lea Thompson ejerce de arquetípica anfitriona (aunque sólo en un principio), completando el círculo de amistades un Tim Robbins haciendo lo que puede con su inclasificable personaje. Pero la cosa avanza para bien, y en el camino damos con una desenfrenada sucesión de chistes, que en ocasiones funcionan y en otras provocan vergüenza ajena, y unos chocantes amagos de (alien)zoofilia, todo ello combinado con oscuras secuencias rociadas de jazz en bares de mala muerte. Como queda claro, la planificación del producto no puede ser más surrealista y, hay que reconocerlo, ciertamente personal. No obstante, si bien su atractivo crece a medida que el desarrollo se vuelve más y más delirante, -fundamentalmente de la mano de la divertida corrupción del personaje de Jeffrey Jones-, realmente sólo podemos defender su ligero encanto años después como bizarra pieza de culto freak, y haciendo un soberano ejercicio de indulgencia.