Valoración de VaDeCine.es: 8
Título original: Carnage
Nacionalidad: Francia
Año: 2011 Duración:79 min.
Dirección: Roman Polanski
Guión: Roman Polanski, Yasmina Reza
Fotografía: Pawel Edelman
Música: Alexandre Desplat
Intérpretes: Kate Winslet (Nancy Cowan), Christoph Waltz (Alan Cowan), Jodie Foster (Penelope Longstreet), John C. Reilly (Michael Longstreet)
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Trailer
No resultaría nada fácil para cualquier director salir airoso de esta arriesgada propuesta. Al fin y al cabo, la sencillez de las premisas y lo teatral de su argumento – no en vano está basada en la obra de teatro homónima de la autora Yasmina Reza- podrían resultar un hándicap a la hora de ser plasmada en la gran pantalla. Reto éste que el cineasta Roman Polanski ha superado con creces. Así, disponiendo tan sólo de cuatro personajes discurriendo dentro de una habitación, consigue entretener y sorprender durante los casi 80 minutos que dura la película. Para llevar al éxito tan complicada misión y utilizando semejantes moldes, es imprescindible contar con un guión sólido y efectivo, al igual que con cuatro actores de categoría que estén capacitados para sostener el peso dramático y cómico del libreto, y cómo no, con una dirección precisa y contundente que dé equilibrio al conjunto. De todo ello consta este film, donde el realizador polaco -iniciado ya en este tipo de trabajos con su notable La muerte y la doncella (1994)- es responsable también del guión junto a la propia Yasmina Reza, y cuenta con un estupendo y experimentando elenco actoral, donde en especial Christoph Waltz brilla con luz propia.

Tras una simple pelea de niños, uno de ellos acaba hiriendo con un palo a otro. Los padres de ambos chicos deciden reunirse en la casa del agredido para poder solucionar el asunto de la mejor forma posible. Lo que empieza en un tono amigable y conciliador, irá evolucionando hacia unos acontecimientos de lo más imprevisibles...
A partir de una historia tan común como ésta, Polanski (rodando en tiempo real y casi en un plano secuencia) construye una mordaz disertación de la sociedad, llena de matices, y con las miserias de la condición humana como telón de fondo. Así, la película se muestra como un retrato crítico de las relaciones, donde los defectos de la sociedad moderna se revelan a partir de unos personajes que, representados con roles bien diferenciados y movidos por distintos códigos éticos, son evolucionados a lo largo del metraje desde la superficialidad inicial impuesta por las convenciones sociales, hasta el inevitable aflorar de los auténticos sentimientos, ocultos en un principio. Personajes que, a pesar de todo, resultan los suficientemente creíbles para congeniar con el público, de tal manera que es factible sentirse identificado con alguno de ellos durante el trascurso del film. Aunque, será en el magnífico último plano de la cinta donde el espectador se verá zarandeado, tras atisbar lo insignificante de las razones que llevan al ser humano a una injustificable carnicería (Carnage) de la moral.
Como comentario final me gustaría reivindicar este tipo de películas de autor, tan atípicas como poco comerciales, que suele estar asociado a cineastas consagrados no atados a la esclavitud de la taquilla. Lamentablemente esta forma de hacer cine se prodiga poco por las carteleras actuales, por lo que desde aquí os invito a disfrutar de estos artesanos ilustres, herederos de otros tiempos, más preocupados por hacer arte que dinero.
El ser humano es cruel y salvaje por naturaleza, pero se cubre de una fina capa de civilización que no deja ver nuestro verdadero yo, una capa que a medida que crecemos y nos vamos haciendo adultos la vamos perfeccionando, pero que no deja de ser una capa al fin y al cabo.
Y apoco que nos presionen, la capa se va descomponiendo, dejando al descubierto retazos de nosotros mismos, y a la que nos descuidamos la capa se desintegra totalmente, mostrando a los demás nuestra naturaleza cruel y salvaje.
Un dios salvaje, se basa en la obra de teatro del mismo nombre, de la autora teatral Yasmina Reza, que también ha sido coguionista de este largometraje, por lo que a veces parece más que estás viendo una obra de teatro que una película. Pero aun así no pierde su fuerza ni su carga critica. Consigue sacarte alguna carcajada en ciertos momentos, incluso en los de más tensión. Los actores están los cuatro en estado de gracia, pero yo me he quedado con Christoph Waltz, soberbio en su papel. En cuanto a la duración del filme, puede resultar corta, pero igual si se alargara un poco más perdería toda su vitalidad.
En resumen: Recomendable ver tanto si has visto la obra de teatro original, como si no, para ver y reflexionar.