Película Conan, el Bárbaro (2011)

Un despropósito. No por esperada, la decepción que el remake de Conan El Bárbaro produce en el espectador es menos asombrosa. Definitivamente herido de muerte, el personaje desciende a los abismos de lo sonrojante. Nadie se salva de la quema. Nada, absolutamente nada, merece clemencia en este horrendo largometraje. Jamás pensé que Dragones y Mazmorras encontraría tan digna sucesora en abyección.

De lo malo lo peor. Empecemos por su guion. Mencionar que es desestructurado sería hacerle un favor. Absurdo en su progresión -si es que se le puede llamar así al devenir del metraje-, la película se construye mediante insertos de secuencias de acción, siempre azarosas, muchas de ellas superfluas, y llenas de alarmantes incoherencias. Todo dentro de un arco argumental infame hasta para un episodio de Hércules Xena que, se supone, trata de homenajear al clásicodirigido por John Milius de 1982. Más allá de los cuatro protagonistas, personajes sin enjundia pululan dentro de la historia. Como meros artefactos para cohesionar lo incohesionable, entran en escena sin la menor presentación y del mismo modo salen de ella. Bien provisto de paupérrimos diálogos, todo el elenco interpretativo, con Momoa a la cabeza y una bizarra Rose McGowan como principal descubrimiento, comparte la inoperancia interpretativa, de nuevo con regusto televisivo en la peor de sus modalidades.

La dirección de Marcus Nispel es tan plana como su currículum cinematográfico, sospechosamente plagado de remakes. El exceso de acción y violencia que se autoimpone empalaga mucho antes de lo deseable. Para la escenificación, oscila entre el abuso del croma y los interiores de cartón piedra, lo que confiere a la cinta un aire de irrealidad que ni la temática fantástica es capaz de esconder. Si a eso añadimos que el 3D, tal y como se consume hoy día, oscurece la imagen varios tonos, no parece la mejor idea rodar el clímax de tu largometraje –irrisorio, por cierto- en una gruta poco iluminada. De la banda sonora no queda poso alguno, así que obviaremos esa comparación. Sería una afrenta.

Poco más que añadir. Espero que les haya quedado claro el tipo de producto al que se enfrentan. Sopésenlo antes de tomar una decisión que, estoy seguro, lamentarán. Por muy fan que sean del personaje.