Valoración de VaDeCine.es: 8
Título original: Jûsan-nin no shikaku (13 Assassins)
Nacionalidad: Japón
Año: 2010 Duración: 126 min
Dirección: Takashi Miike
Guión: Takashi Miike, Daisuke Tengan (Historia: Kaneo Ikegami)
Fotografía: Nobuyasu Kita
Música: Kôji Endô
Intérpretes: Kôji Yakusho (Shinzaemon Shimada), Gorô Inagaki (Matsudaira Naritsugu), Yusuke Iseya (Koyata), Takayuki Yamada (Shinrouko), Tsuyoshi Ihara (Hirayama), Sosuke Takaoka (Hioki).
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Trailer
13 Asesinos está emparentada con una obra que superó el listón del
desconocimiento occidental sobre la cinematografía japonesa y consiguió
estrenarse en nuestra cartelera hace casi una década: El Ocaso del Samurai
(Yôji Yamada, 2002). Ambas cintas comparten punto de partida: en tono crepuscular, se emplazan en
las postrimerías
del Periodo Edo, a mediados del siglo XIX, poco antes de la
restitución del poder al Emperador en detrimento del Shogun. La figura
del samurai, de dudosa utilidad en tiempos de paz, comenzaba a ser un
anacronismo. En la sobresaliente cinta de Yamada, la existencia de un único protagonista unificaba la
reflexión y la acción quedaba reducida al minimalismo más extremo en
pos de un desarrollo puramente poético. La película que nos ocupa es,
por el contrario, menos contemplativa, significativamente más violenta
y, cuando debe, trepidante. Una cinta, digamos, accesible, que puede ser
considerada como un entretenimiento muy disfrutable por aquellos
ajenos al 'chanbara'.
A pesar del maremágnum de nombres al comienzo de toda cinta oriental, no es difícil coger el hilo de un argumento sencillo que reconstruye un suceso real: Matsudaira Naritsugu, el hermano menor del Shogun, ha probado de sobra su sádico carácter. A la cabeza de la línea sucesoria, su posible ascenso al poder supremo del país amenaza toda una era de paz, de modo que a través de las alcantarillas gubernamentales se acuerda su asesinato. Tras comprobar la catadura moral de la futura víctima (el Takashi Miike de Audition aparece aquí en estado puro), el samurai Shimada Shinzaemon aceptará el encargo y reclutará un reducido número de ronins para llevarlo a cabo.

Encajonado con miopía como autor de segunda, Miike podría
discutir largamente con los grandes orfebres del cine moderno sobre la
idoneidad de los abultados presupuestos. Su capacidad para maniatar la
atención del espectador, siempre al cobijo de un estilo
perfilado desde la mezcla de generos, resulta sorprendente en 13 Asesinos. Desde el repulsivo retrato del despiadado Naritsugu al comienzo de la cinta, el director japonés transporta la obra hacia terreno clásico para finalizar con un climax modélico; en
la acción, estudiada al milímetro y filmada con solvencia en su pequeña
localización, y también en la reflexión.
Porque si bien el eco de Los Siete Samurais de Kurosawa resulta ensordecedor, y aunque en 13 Asesinos no alcance las inigualables cotas de profundidad en el discurso de la obra maestra de Kurosawa, Miike no elude la mirada hacia la figura del samurai. En medio de cada una de las cuidadas coreografías del film, la cámara subraya el inevitable sino del guerrero de otro tiempo y deja imágenes cargadas de simbolismo, bien la del discípulo que observa moribundo la muerte, desnuda, sin gloria, de su propio maestro poco antes de la suya propia, o bien la de un hombre de honor obligado por un código centenario a dar la vida por un demonio.
Pero si en algún momento el director roza la perfección es en la misma conclusión del cometido. En medio del fango, el dolor y la muerte hacen solemne acto de presencia. Una situación inesperada por quien se pretendía inaccesible y ahora se enfrenta aterrado al abismo; y anhelo final del cabecilla de los emboscados, cuya herencia vital es una carga de la que no quiere hacer participe a su sobrino.

Y que con esta crítica vaya también una reflexión: ¿realmente esta película no es promocionable frente al cine hollywoodiense, incluso desde el punto de vista puramente mercantil? Sería entendible desde la perspectiva norteamericana: protegen su industria y no quieren repartir el pastel. Pero en España, elegir el estreno multicopia de cintas como La Legion del Águila o Templario, objetivamente menos espectaculares, frente a 13 Asesinos, casi con toda seguridad con unos derechos de distribución mucho menos costosos, escapa a mi entendimiento. Las primeras ya van camino del olvido, este largometraje es un notable trabajo cinematográfico, además de un peculiar homenaje a una obra de arte imperecedera. La crisis no puede cargar con toda la culpa del supuesto desalojo de las salas.
A mí me ha gustado. No vuela a la altura de Los Siete Samurais, ni mucho menos, pero es más que satisfactoria a varios niveles. Además, comparto tu reflexión final (me hice las mismas preguntas). Esta película es disfrutable al 100% , aun para un espectador palomitero puro. Apenas va a caer en las salas de España, y mucha de la gente interesada en Miike la habrá visto en DVD, porque es de 2010; al estrenarse tarde es lo que hay. Luego se dirá que no funciona comercialmente en las salas elegidas... Ahora bien, es ésta una de esas cintas que merece ser vista en pantalla gigante. Un espectáculo. Ahhh y mejor en V.O.S, como todo el cine japonés.