Película Satyricon

Basada en la homónima obra de Petronio, datada en el siglo I, esta libre adaptación al cine de Federico Fellini muestra un magnífico retrato de la Antigua Roma en el culmen de su poderío, depravación y vicios, sorprendentemente salpicado de modernos elementos pop. Enmarcada en la creciente corriente artística experimental, tan aplaudida en los años sesenta, Satyricon encaja a la perfección con la revolución sexual de su época, pues la película está dotada de un alto contenido erótico en el que la bisexualidad, el desnudo y el escándalo campan a sus anchas a lo largo del metraje conformando la imagen de un Imperio Romano embriagado de gloria, en el que el placer por el placer constituye la base de la vida de los ciudadanos libres acomodados, sirviendo los esclavos como humana materia prima para ello.

Esta epopeya, que roza la picaresca, narra las aventuras y desventuras del joven poeta Encolpio (Martin Potter), embarcado en diversas situaciones muy representativas del universo romano sugerido por Fellini, e imaginado por todos, previo a su estrepitosa decadencia, inundado de opulentos banquetes, orgías, libertinaje, superstición, traiciones y esclavitud, resultando una serie de capítulos inconexos que constituyen un guión desarticulado de forma consciente, algo confuso y difícil de seguir, en el que sirve como fino hilo conductor la presencia en todos los pasajes de Encolpio, a menudo acompañado por el otro personaje principal en el film: el burlón Ascilto (Hiram Keller), con el que mantiene una tormentosa relación.

Poderosamente visual, la obra puede presumir de una puesta en escena realmente espectacular, creando una atmósfera muy adecuada a la trama y, acertadamente, pese al riesgo corrido en ello, potenciada por una explosión de colorido que le otorga su brillante singularidad. Nos encontramos ante una cinta artísticamente magistral, con una formidable fotografía, y en la cual el talento del genial cineasta italiano fluye con absoluta libertad creativa, regalando a los espectadores un provocador relato narrado brillantemente a través de un verdadero sinfín de imágenes memorables.

De obligado visionado para los amantes del cine entendido como ARTE en su máxima expresión, Satyricon constituye una magnifica demostración del saber hacer de uno de los mejores directores de la historia, firmando con ésta una de sus películas más aclamadas y personales.