Valoración de VaDeCine.es: 4
Título original: Hanna
Nacionalidad: EE.UU
Año: 2011 Duración: 111 min.
Dirección: Joe Wright
Guión: Seth Lochhead, David Farr
Fotografía: Alwin H. Kuchler
Música: The Chemical Brothers
Intérpretes: Saoirse Ronan (Hanna), Eric Bana (Erik), Cate Blanchett (Marissa), Tom Hollander (Isaacs), Olivia Williams (Rachel), Jason Flemyng (Sebastian)
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Trailer
Hanna es una adolescente fría y calculadora, con unos instintos de autoprotección y agresión comedida potencialmente desarrollados; dotes que le han sido inculcadas por parte de su padre, un ex-agente de la CIA. Ambos conviven en los fríos páramos finlandeses en un constante ejercicio de supervivencia, física y, diríase, casi moral, en donde la niña está inmersa en un constante proceso de aprendizaje que le será necesario para su posterior supervivencia.

Ésa es la intrigante introducción del film que nos ocupa, no casualmente denominado como el propio nombre de su heroína protagonista. En ella, su director, Joe Wright, hace gala de un comedimiento cuasi religioso, cuidando cada detalle hasta lograr proporcionar la impresión de encontrarnos ante un producto insuflado de una frialdad semejante a la que destilan sus protagonistas, alejándose de estridencias irrelevantes y con ello obligándonos a retener nuestra mirada y nuestro pensamiento sobre la condición de extrema soledad que asola a las dos almas probablemente descarriadas que, hasta ese momento, pueblan su cinta. Los escasos pero repentinos, impactantes así como medidos brotes de violencia que aparecen en escena sirven, precisamente, para poner el contrapunto a tal idiosincrasia narrativa y realzar, de esta manera, el componente imprevisible, único y, en definitiva, verdadero, de los personajes.
Sin embargo, esa primera y estimulante sensación de flirteo con un cine próximo al espionaje, desparecerá demasiado pronto para dar paso a un carnaval de la acción en clave de thriller con aspiraciones de análisis identitario, trufado de un reguero de personajes que ven diluido su escaso peso dramático a medida que transcurre la cinta -siendo alguno de ellos extraordinariamente risible, como el matón con pluma que se rodea de dos skinheads, y también el interpretado por una Cate Blanchett fuera de onda- y repleta de pasajes de muy diferente índole que la hacen funcionar a modo de divertido tiovivo, siempre bajo consonancia de la machacona batuta que dicta la (por otro lado, estupenda) electrónica de The Chemical Brothers. Un mejunje que da como resultado una suerte de Bourne cambiado de sexo y pre-menstruoso, deslabazado y carente de la clase que aquél ostentaba, que de ninguna manera puede ser tomado muy en serio.

Y es una lástima, ya que el conocido director británico ha dado y aquí también sigue dando muestras de su buen hacer detrás de las cámaras. Pero en esta ocasión parece como si su objeto de trabajo, diferente y quizás más posibilitado -comercial y estilísticamente- que sus anteriores, se le haya escapado de las manos hasta transformarlo definitivamente en un juguete propio donde importa más el capricho personal que el rigor autoral a la hora de su manejo. Uno no puede más que maldecir la inconsistencia narrativa cuando observa la ejecución de brillantes planos secuencia (e incluso, por qué no, se deleita ante llamativas y espectaculares escenas de acción bien planificadas, aun pasadas de rosca en su puesta en escena), situados en medio de un conjunto que consigue, primero, despistar, para finalmente, desesperar al espectador en su continuo y frenético bailoteo.
Un film sumamente entretenido, inyectado de ritmo aunque bastante ligero de peso, por más que en el fondo de la cuestión intente aparentar. Sin duda, la forzada aparatosidad que Joe Wright deja ver aquí se reducía casi por completo en sus relatos de época, cuando no reformulaba ingeniosamente su sentido. Fue el registro donde supo explotar convenientemente sus probadas virtudes creativas, y precisamente adonde volverá con Anna Karenina. Puede que no sea mera casualidad.

Lo mejor la música de las escenas de acción, el resto no es muy allá que digamos, tenía mejor pinta antes de empezar a verla.