Película El guerrero rojo

Tras producir las primeras aventuras de Conan en la gran pantalla, Dino de Laurentiis prorrogaría la bizarra moda del cine de bárbaros recurriendo a Red Sonja, arquetipo de belleza guerrera y, al igual que el mastodóntico cimmerio, personaje surgido de la prolífica imaginación de Robert E. Howard (‘The Shadow of the Vulture’,1934), si bien serían Roy Thomas y Barry Smith sus creadores definitivos en 1973. En su debut, la escultural Brigitte Nielsen fue la encargada de dar vida a la fantástica heroína. El resultado, como tantos subproductos del género, esun fiasco artístico que sólo puede presumir de haber llegado en la memoria hasta nuestros días, hecho atribuible fundamentalmente a la breve aparición de Arnold Schwarzenegger, musculoso reclamo comercial que aquí asumiría un rol más que secundario.

El por entonces decadente Richard Fleischer se hizo cargo de la dirección de este proyecto, atractivo al menos a priori. Sin embargo, como ya hiciera un año antes con la torpe Conan el destructor, el otrora reputado cineasta volvía a firmar otra flojísima cinta de espada y brujería repleta de defectos. Y es que pese a escapar del triste olvido, esta simplona película no resiste ni el visionado más ligero y benevolente. Cierto es que técnicamente la obra evidencia una dirección experimentada, muestra localizaciones con encanto y su fotografía aguanta el tipo; pero más allá de esto, y, cómo no, del maestro Morricone, apenas algo vale el precio del viaje;…es más, no sé cómo se las apañarían, pero ni siquiera Brigitte Nielsen en su apogeo consigue lucir demasiado sexy.

Porque bien podríamos pasar por alto el horroroso diseño de producción -entre cartón piedra y carnavalesco-, el fallido humor o un estúpido guión que perfectamente podría haber sido escrito por un niño. Igualmente, y aguantando ya mucho el chaparrón, sería posible que fuésemos capaces de obviar lo ridículo de su historia y diálogos, e incluso las pésimas interpretaciones, por no hablar del tufillo homófobo que impregna su disparatado desarrollo. Ahora bien, lo que no podemos soportar es lo terriblemente aburrida que la obra se presenta, y esto sí que resulta inaceptable dentro del cine de aventuras. Así pues, si se ven tentados por esa potente nostalgia ochentera, recuerden que les espera una película cutre y lenta hasta tirarse de los pelos. Si tras la advertencia todavía se atreven con ella, les reto a aguantar hasta el final. Según a qué horas, esto ya queda para valientes o cabezones, y que además sean muy cafeteros. Soporífera, de veras. Ni se les ocurra.