Película Doomsday: El Día del Juicio

Año 2033. Escocia está en cuarentena. Hace 25 años el virus «Segador» atacó brutalmente la zona y Londres decidió dar la espalda a la infección levantando un gigantesco muro que aisló a millones de personas. Nadie sabe que quedó al otro lado. Tras el largo paréntesis, a modo de paradójica venganza, el «Segador» ha reaparecido afectando al centro de Londres. Un equipo de élite del ejército británico deberá entrar en la zona prohibida en busca de unos pocos supervivientes que el satélite ha localizado para sintetizar la vacuna contra la epidemia.

La bella comandante Eden Sinclair, donde pone el ojo pone la bala.

Con esta apocalíptica visión comienza una cinta dirigida por Neil Marshall, cuya trayectoria que incluye la digna The Descent (2005), no hacía prever semejante descalabro. Inicialmente parece que el realizador deseaba aportar su granito de arena al género zombie, con una propuesta de partida al estilo de la sobresaliente 28 Días Después (Danny Boyle, 2002). Sin embargo, esto no es más que una mera excusa para que el metraje vire hacia una fallida versión de Mad Max (George Miller, 1979), pues, tras los muros, unos incivilizados punkies rigen Glasgow de forma tribal. Se desea atisbar un halo de homenaje a aquella magnífica serie de cómics en la que Judge Dredd se manejaba salvajemente por La Tierra Maldita, pero el deplorable resultado no puede estar más alejado de su objetivo.

No contento con esto, el film parece verse infectado también por algún extraño virus y comienza a mutar horriblemente, transformándose en diferentes géneros en un despropósito de colosales proporciones. De este modo, viajaremos a la Edad Media para conocer un castillo reinado por un desorientado Malcolm McDowell, asistiremos a una revisión del combate de Gladiator frente a Tigris de la Galia (uff) e inclusive padeceremos una trepidante carrera en uno de los coches de A Todo Gas hasta estrellarnos contra la horrenda secuencia final.

Pasatiempo: Encuentren los 7 detalles que hacen de esta escena un sinsentido.

La única función útil que le encuentro a este producto es la de catálogo / currículum, mostrando Neil Marshall y Rhona Mitra el amplio abanico de géneros de acción que son capaces de, respectivamente, dirigir o protagonizar. No se preocupen, seguramente este «junta, pega y colorea» no caerá en saco roto, su videojuego será de todo menos monótono. La epilepsia queda asegurada para los más pequeños.