Película Misery

Sin lugar a dudas, los relatos de terror del prolífico escritor Stephen King se han caracterizado por tener un estilo muy cinematográfico. Prueba de ello es que la mayoría de sus libros han tenido, con mayor o menor fortuna, su versión en el séptimo arte. De esta manera realizadores tan prestigiosos como Stanley Kubrick, Brian de Palma, Rob Reiner o Frank Darabont desarrollaron las más destacadas adaptaciones a la gran pantalla, aportando una categoría extra a las novelas del famoso escritor norteamericano. Probablemente, entre semejante elenco de cineastas, sería Rob Reiner quien elaboraría la mejor película basada en su obra con Misery, su segunda adaptación de un libro de King después de la interesante Cuenta conmigo (1986). Para ello dispuso de nuevo con el escritor y consagrado guionista William Goldman -unión que ya había sido fructífera en La princesa prometida (1987)- para dar forma al magnífico libreto que sería un elemento esencial para encumbrar a esta cinta a la categoría de obra maestra y clásico indiscutible del género.

El director neoyorquino se apoya en un original argumento -llevando al conocido como “fenómeno fan” al más brutal de los extremos- para realizar una obra redonda y sin fisuras. Así, Reiner sabe contar perfectamente y hacer creíble una historia tan turbadora como inquietante. Precisamente, utilizando una sobria y académica dirección, consigue crear una agobiante atmósfera, además de lograr mantener la tensión permanentemente, en especial, en la habitación en la que se encuentra atrapado el escritor Paul Sheldon, donde la sensación claustrofóbica resulta casi insoportable. Causa de semejantes impresiones son las pavorosas apariciones de la enfermera y fan número uno de Sheldon, Annie Wilkes; auténtica alma del film y protagonista de los momentos más terroríficos, entre ellos cabe destacar la memorable secuencia del mazo (no apta para estómagos sensibles) y el emocionante clímax final.

La elección del reparto actoral sería uno de los mayores aciertos de la película, a pesar de que no resultó nada fácil encontrar al actor que interpretaría a Paul Sheldon, pues el personaje sería rechazado hasta por once estrellas de la gran pantalla (Robert de Niro, Al Pacino, Harrison Ford, Gene Hackman, Dustin Hoffman, William Hurt, Kevin Kline, Michael Douglas, Richard Dreyfuss, Robert Redford y Warren Beatty). En última instancia, el papel iría a parar a las manos de una vieja gloria en horas bajas como era James Caan, el cual renació en el mundo del celuloide gracias a su genial interpretación protagonista. Sin embargo, sería Kathy Bates quien entraría en la historia del séptimo arte interpretando extraordinariamente a Annie Wilkes; uno de los mejores y más recordados villanos del cine. Su genial actuación le valió el Oscar y el Globo de Oro, además del reconocimiento mundial. Asimismo, la cinta cuenta con un curioso cameo de Lauren Bacall y sobre todo con unos secundarios de lujo como Richard Farnsworth o la televisiva Frances Sternhagen que bordan sus respectivos papeles de experimentado sheriff y su resignada esposa.