Película El ataque de la mujer de 50 pies

No es ésta otra cinta más de aquellos locos años 50 en las que extraterrestres y monstruos de toda índole atacaban la tierra por doquier, bajo la creación de unos efectos especiales más entrañables que conseguidos. Y no lo es porque aquí los monstruos precisamente son los humanos, el foco de atención son únicamente ellos, despojados de toda clase de idealización y mostrados con todas sus debilidades al descubierto.

No supone, en ningún caso, un brillante análisis de comportamientos y realidades sociales, pero El ataque de la mujer de 50 pies pretende, muy lejos de lo que tan aparatoso título podría dar lugar a entender, constatar el apremio al que la mujer de la época se veía sometida; de ahí que muchos la consideren como una de las primeras y más valientes muestras de un “cine feminista”.

La película, de poco más de una hora de duración, va directamente al grano, y presenta a una serie de personajes a cada cual más cínico y trastornado, en mitad de una pequeña población de California, cerca de un ramal de la ruta 66. Por supuesto existe el hecho anómalo, perteneciente al marco de la ciencia-ficción, que hace que la película no deje de adherirse en ningún momento a este género, pero el director Nathan Juran lo utiliza como pretexto para coger carrerilla de cara a insuflar más poder, más grandiosidad, a la particular venganza final que la fémina herida del film (una sugerente Allison Hayes) debe llevar a cabo, sin que por ello haya ciudades, autovías y personas destruidas de por medio, tal y como erróneamente sugiere el icónico póster del film.

Reduciendo al mínimo el número de escenas donde sea necesario recurrir al uso de efectos especiales (aunque sea esta una cuestión que atañe más al bajo presupuesto que a un auténtico deseo narrativo por parte de los responsables), la precariedad de éstos salta a la vista en forma de gigantes transparentes o proporciones desafortunadas, cumpliendo una mejor función el puntual uso de maquetas. No obstante, eso no es lo importante, y es que a pesar de la constante presencia de diálogos y situaciones pertenecientes al estereotipo de la pelea conyugal, el impacto de la explosión ajusticiadora final será lo que permanezca en nuestras retinas.