Película Torrente 3: El Protector

Asemejándose a la putrefacción sufrida por ‘The Simpsons’ en sus últimas temporadas, y con la saga descaradamente convertida en una zafia sucesión de cameos y chistes inconexos, la tercera aventura de Torrente transcurre entre una enorme cantidad de gags irregulares y algún que otro pasaje de auténtica vergüenza ajena. Resulta descorazonador, pero parece una realidad que este tipo de humor deslavazado y perecedero se ve recompensado con más audiencia y carcajadas en ambos casos. Cierto es que, de tanto insistir, aquí aún hay cabida para ciertas bromas con alguna gracia. No obstante, presentando esta cinta prácticamente desprovista de hilo argumental, Segura se acerca al umbral de lo que deja de ser estrictamente cine.

Prosiguiendo con el repaso de clichés del género policiaco, Santiago Segura convierte a su grotesco personaje en el guardaespaldas de una dama virtuosa; recurso habitual en el cine y pegamento entre escenas cómicas que encuentran así una leve aunque insuficiente continuidad. De esta manera su flojísimo guión sirve de excusa para dar entrada a la parodia de asesinos a sueldo y empresarios maquiavélicos, careciendo todos de interés y tiempo ante el omnipresente protagonista, esta vez menos inspirado, e incluso previsible y repetitivo.

Instalada en el fácil humor escatológico y el calco de todo cuanto funcionó anteriormente, la película se cae ante una simpleza general sencillamente despreciable. No mejora ni se enriquece el asunto con la escasa aportación de los paupérrimos secundarios -en especial referido al horrible Carlos Latre-, donde sólo José Mota logra robar alguna que otra escena a Torrente, pese a verse castigado con un personaje muy por debajo de sus posibilidades cómicas. Sí resulta destacable la inclusión de unos efectos especiales sorprendentes, así como se aprecia cierta mejora en la realización respecto a la segunda entrega. No obstante, y entendiendo agotado el jugo de este patán desde aquélla, sólo cabía esperar otra ración más de lo mismo en el plano narrativo. Imaginado y visto: mucho acomodo, poca chispa y menos cine. Santiago, amiguete, te haces de oro; pero…¿es esto es todo lo que tienes dentro? Lo dudo.