
Valoración de VaDeCine.es: 6
Título original: Rocky IV Nacionalidad: Estados Unidos Año: 1985 Duración: 91 min. Dirección: Sylvester Stallone Guión: Sylvester Stallone Fotografía: Bill Butler Música: Vince DiCola Intérpretes: Sylvester Stallone (Rocky Balboa), Dolph Lundgren (Ivan Drago), Talia Shire (Adrian), Burt Young (Paulie), Carl Weathers (Apollo Creed), Michael Pataki (Nikoli Koloff), Brigitte Nielsen (Ludmilla Vobet Drago) Trailer
En el punto álgido de la irónicamente caldeada Guerra Fría, justo tras los boicots mutuos que Estados Unidos y la Unión Soviética se propinaron en las Olimpiadas de Moscú’80 y Los Ángeles’84, Sylvester Stallone decidió enfrentar a su Rocky a todo el aparato soviético. En medio de la polémica deportiva, cuando la supremacía mundial parecía depender de qué superpotencia expidiera el pasaporte de cada campeón, Balboa visitaría Moscú para acometer el reto literalmente más grande de su carrera: Ivan Drago, el expreso de Siberia. Para aquel momento, la saga boxística más laureada del celuloide hacía tiempo que había abandonado cualquier atisbo de realismo. Próximo al tebeo, éste el tercer Rocky dirigido por Stallone tenía ya el know-how de la franquicia grabado a fuego. Haciendo inventario: escenas familiares, dolorosa derrota, conflicto marital, training, superación del conflicto y trabajada victoria. Una fórmula sencilla, efectiva, conocida por todos y que, en el fondo, no resulta tan fácil de imitar. No sería la única cadena de fast food estadounidense que arrasaría el mundo por esa época.

Cimentada en la empatía generada a lo largo de todo el serial, Rocky IV aligera metraje recurriendo al flashback para el dibujo de personajes, un socorrido recurso aquí acompañado de aquella inolvidable colección de canciones, tan de su época, indispensable en el ipod de todo aquél que pretenda ponerse en forma.
Pero no será su banda sonora lo único del largometraje que sobreviva al tiempo. Curiosamente, y a pesar de la sencillez narrativa de la que hablábamos, algún extraño elemento del film consigue adherir imágenes del mismo al subconsciente de toda una generación, la que creció viendo progresar a Balboa y que aún recuerda vívidamente los calzones del potro italiano, al enorme ruso industrial y la parafernalia montada por Apollo Creed al ritmo del 'Living in America' del magnífico James Brown.
Entre el circo estadounidense y la gélida maquinaria comunista, Stallone intentó acomodar un obvio mensaje de cordialidad y entendimiento, victoria norteamericana mediante y tras dejar caer indicios de doping en su robótico contrincante. Un buen hilo del que tirar para afilados críticos. Pero, siendo justos, no fue el fondo lo que encandiló a sus numerosos fans, sino el trepidante ritmo y esa estética circundante al videoclip y el cómic. Y es que, aturdido por insólitos directos y uppercuts a los que sólo faltan viñetas para mudar de formato, bastará que comience a sonar la mítica fanfarria de Bill Conti y escuchar un par de aquellos “no hay dolor” para que uno se sorprenda a sí mismo vitoreando cada golpe a un palmo de la pantalla. 
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... y Rocky zanjó la guerra fría a base de hostias