
Valoración de VaDeCine.es: 3.5
Título original: Wall Street: Money Never Sleeps Nacionalidad: Estados Unidos Año: 2010 Duración: 131 min. Dirección: Oliver Stone Guión: Allan Loeb, Stephen Schiff (Historia: Bryan Burrough) Fotografía: Rodrigo Prieto Música: Craig Armstrong Intérpretes: Michael Douglas (Gordon Gekko), Shia LaBeouf (Jake), Josh Brolin (Bretton), Carey Mulligan (Winnie), Susan Sarandon (Madre de Jake), Frank Languella (Louis) Página web Trailer
Ya lo he dicho otras veces, soy un cansino: me repugnan los bancos, los especuladores y, especialmente, toda esa grandísima patraña del libre mercado y la revalorización infinita. En definitiva, ese montón de mierda que, muy bien vendido con el beneplácito de políticos monigotes, ya nos llega al cuello, por cierto mordisqueado por los vampiros del Gran Capital. Pero bueno, aunque la temática del film parece prestarse a más reflexiones, hoy no continuaré por ese camino. Al fin y al cabo, si el propio Oliver Stone no se toma el asunto demasiado en serio, tampoco lo haremos aquí hablando de su obra. Y es que si el otrora incisivo director, tantas veces altavoz de los males USA, ha decidido desperdiciar su status para enredarse en auto-homenajes y burdos cameos acerca de su Wall Street original, nada más añadiré sobre esta maldita crisis en la que nos ha metido aquella manada de hijos de puta. 
Secuela intrascendente y domesticada, esta lujosa producción parece más interesada en deslumbrar con su soberbio despliegue de medios que por sacudir de lo lindo. Por desgracia, pese a contar con los mimbres y, sobre todo, con un momento perfecto para arremeter contra el podrido Capitalismo, Stone prefiere sobrevolar la polémica, bordear la parodia, poner egos a 200 por hora (infumable la secuencia de las motos) y marear con cifras y pantallas dobles, para demonizar a los que ya reconocemos como demonios y propinar unos azotes en el culo -con personajes de brocha gorda- a todos los que hemos cambiado trabajos productivos para la comunidad por la especulación con el ladrillo, ¡toma moraleja! De hecho, se le ve tan perdido que no tarda en abandonar la senda principal y apostar por un cuento de hadas, fábula de la energía alternativa incluida, hasta olvidarse del inabarcable meollo financiero en pos de un pasteloso melodrama familiar, por no hablar de su desafortunadísimo desenlace.
Pero esperen, que lo peor está por venir. Si algo podía defender la realización de esta segunda parte era el fascinante Gordon Gekko. Aquel personaje, auténtico icono de los ochenta, mefistofélico broker con tirantes que devoraba la pantalla, quizás sí merecía un rescate, no digo yo que no. Ahora bien, aceptábamos a ese Gekko, el gran tiburón en un mar de tiburones, no a esta suerte de Leopoldo Abadía en el que Stone le convierte. Sí, ¿recuerdan? ese entrañable abuelete que no hace mucho desfiló por los platós de media España explicando cómo los banqueros se aprovechan de nuestra necedad. ¡El de la crisis Ninja! Pues eso, para crisis la de un Oliver Stone que quizás ya empieza a chochear. 
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Menuda introducción!!!