Película Adèle y el Misterio de la Momia

Podemos enfocar esta reseña de varias formas. Adèle Blanc-Sec, como personaje creado en 1976 por Jacques Tardi, uno de los referentes del cómic francófono, posee un peso específico dentro de la historieta europea en general y de la bandé dessinée en particular. Así pues, podríamos eternizarnos en análisis de referentes, impacto socio-cultural y panorama artístico sobre esta intrépida periodista de principios del siglo XX. Sin embargo, no creo que sea ése el camino que les ha conducido hasta estas líneas. Más bien, y aunque obviamente hemos de conocer la idiosincrasia de la obra escrita, lo que realmente nos interesa es entrar pronto en materia y tratar de diseccionar esta irregular adaptación cinematográfica firmada por el versátil Luc Besson.

Atinando con la ambientación, y respetando la línea cómico-fantástica de estas desbocadas aventuras -claramente influenciadas por el célebre Tintín-, Besson se esfuerza en reconstruir con ritmo y fidelidad el irresistible París del cómic original. Esa ciudad de la Belle Époque, en sus primeros y orgullosos pasos en el nuevo siglo cambalache, que genera con naturalidad historias de folletín sobre científicos locos, museos, fenómenos extraños y monstruos de cualquier índole. De tal forma, incomoda pero no escuece, y ciertamente tampoco sorprende, encontrar una trama rocambolesca que acumula incoherencias sin el menor pestañeo confiando en la indulgente complicidad del público, aunque esto ya es entrar en terreno de gustos personales. En cualquier caso, comulguen o no con ella, se busca una desenfadada parodia sobre la expectación y enorme curiosidad despertada en aquella Francia, y en todo el mundo civilizado, que picaba espuelas hacia un progreso endiabladamente acelerado mientras explorábamos los misterios de nuestro origen.

No obstante, aunque el funcionamiento como cómic es irrebatible, su conversión al formato cinematográfico deja serias dudas, al menos en manos de Besson. Y es que su marcado tono caricaturesco, sobrado de maquillaje, con esa música insustancial, gags sencillos y flojo de incisivos, no acaba de convencer ni resulta demasiado atractivo para la gran pantalla, entroncando su inoperancia cómica y narrativa con nuestro irreconocible Mortadelo fílmico, o el también galo Astérix, por citar dos ejemplos de difícil traslado armónico cuando el humor es la base del éxito.

Pero, más allá de las dificultades propias de cualquier adaptación, donde realmente esta cinta mete la pata es en el adorno de la esencia, saliéndose en más de una curva cuando los peores vicios del cine de aventuras faraónicas irrumpen para convertir a Adèle en una suerte de Indiana Jones con pamela. Una heroína poseída, para más inri y con la vulgarización que ello conlleva, por el espíritu del frenético Stephen Sommers, pero sin el menor sentido del espectáculo. Si a ello sumamos la consecuente pérdida de tensión real, con esas absurdas bromas ante situaciones límite, así como el encadenado de secuencias humorísticas de auténtica vergüenza ajena, nos queda un personaje femenino algo insulso y desorientado con el que la guapa Louise Bourgoin hace lo que puede, mejorando sobre todo sin ropa. Triste rúbrica para una comedia de aventuras incapaz, aunque lo persigue constantemente, de desternillar antes de su simpático desenlace, pero que apenas deja en la retina algo más que un puñado de delirantes momias y esta sensual dama en una bañera.