
Valoración de VaDeCine.es: 3.5
Título original: Prince of Persia: The Sands of timel Nacionalidad: U.S.A. Año: 2010 Duración: 117 min. Dirección: Mike Newell Guión: Doug Miro y Yoan Zakin Fotografía: John Seale Música: Harry Gregson-Williams Intérpretes: Jake Gyllenhaal (Danstan); Gemma Arterton (Tamina); Ben Kingley (Niman); Alfred Molina (Jeque Amar) Página web y tráiler
Jerry Bruckheimer es ese tipo de productor que marca sus productos con un tatuaje forjado en fuego. Sabiendo quedarse en la sombra (no como Michael Bay) y contratando a directores eficaces (en este caso el Harrypottiano Mike Newell, ojo, recuperar Donnie Brasco, de 1997) una producción Bruckheimer entrega exactamente lo que promete. Esto es, efectos especiales impecables metidos a lo bestia en aventuras de evasión con un tono ligeramente nostálgico. Ya sea a partir de un cachibache de un parque de atracciones (Piratas del Caribe) o de un videojuego (Prince of Persia), el ritmo trepidante y la acción sin pausa se mezclan con una historia mil veces vista en un entorno exótico. Encerrados en medio, los (buenos) actores que se reclutan para el proyecto o se lo pasan pipa (Johnny Depp en la primera y Ben Kingsley en la que nos ocupa) o no se enteran de nada (Orlando Bloom y Jake Gyllenhaal).

Por tanto, ya ubicados en el terreno, sabemos que el objetivo de pelis como ésta no es sentar cátedra ni crear una obra maestra, sino producir diversión sin más, lo cual es un fin tan noble como el erudito. Por tanto, tomemos una escala con la que medir la película. Se me ocurre que un 10 para este tipo de cintas sería Indiana Jones en busca del arca perdida, mientras que un 0 podría ser, por ejemplo, la aburrida y desastrosa Catwoman. Dentro de esta escala, Prince of Persia resiste ya que no aburre demasiado aunque es previsible a kilómetros (chico normal elegido para salvar el mundo), los efectos especiales están bien aunque los actores no tanto (sobre todo los protas) y la acción es regular, lastrada por el hecho de intentar emular al videojuego en saltos y piruetas imposibles.

Si al menos uno no se sintió estafado tras su visionado, siempre queda ese regusto ante el hecho obvio de que, salvo en los efectos especiales, los responsables de este tipo de películas no se esfuerzan en tratar de ofrecer algo nuevo, sino que repiten fórmulas que saben que funcionan sin arriesgar ni un ápice. Al menos no la han intentado vender en superfluo-3D.
Precisamente por lo dicho en el último párrafo, hay que quitarse el sombrero ante el señor James Cameron, del cual te pueden gustar o no sus películas, pero se juega el tipo (y la pasta) en cada producción, resultados aparte, y tiene un sentido del espectáculo y la épica del cual carecen la mayoría de los creadores de películas de acción de hoy en día.
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El cine visto como entretenimiento, espectáculo, distracción. Por qué cuando uno paga siete euros por una entrada, lo que busca es divertirse, no hacer un análisis psicológico de la personalidad del protagonista.
En este largometraje, encontramos aventuras, acción, romance, grandes decorados, estupendas localizaciones, banda sonora impactante, acrobacias imposibles, algunas de las cuales me han recordado a El halcón y la flecha, una pizca de efectos especiales, con viajes en el tiempo, todo ello sin dejarnos tiempo para la reflexión.
Película apta para todos los públicos, para pasar una agradable tarde de sábado en el cine, con o sin palomitas.