Películas Nadie sabe nada de gatos persas

Nadie sabe nada de gatos persas. ¿Puede el título de una película dejar más descolocado? Intentaré aportar algo más de luz haciendo una pequeña sinopsis de su argumento: es un recorrido semi-documental por la escena musical underground de Teherán. ¿Mejor? Lo más probable es que ahora la desorientación sobre qué esperar de la película sea total. No es de extrañar teniendo en cuenta que la imagen internacional de Irán es Mahmud Ahmadineyad, ese señor tan antipático que le tiene alergia a cualquier libertad que se salga un milímetro del islamismo extremo y del que nos intentan convencer a todas horas que no parará hasta construir una bomba nuclear. Con este panorama, lo último que se nos puede venir a la cabeza cuando pensamos en Irán son mujeres que sepan combinar el velo islámico con unas Converse o que haya jóvenes con las paredes de sus habitaciones cubiertas de pósters de Joy DivisionThe Strokes The Beatles, y menos aún que haya gente que se dedique a hacer música pop al estilo de esas bandas. Pero las hay. Y de ahí nace el mayor mérito de esta película: dar a conocer una realidad ignorada por la inmensa mayoría del mundo occidental.

Desde que en 1979 triunfara la Revolución Islámica en Irán y, en consecuencia, se prohibiera todo tipo de música no acorde a los preceptos musulmanes, la idea de formar una banda de pop-rock traspasa el carácter lúdico que se le da en Occidente para convertirse en un acto de rebeldía, tan censurable para el gobierno como podría ser en nuestra sociedad quemar una bandera nacional o insultar al Rey pero con una importante diferencia, aquí la desaparición de uno de estos “alborotadores” generaría un enorme escándalo mediático, allí pasaría desapercibido para la mayoría gracias a la desinformación, cuidadosamente cultivada por los dirigentes del país. De ahí que la única salida a esta situación sea darla a conocer en el extranjero, donde casos como el del cineasta Jafar Panahi pueden tener cierta repercusión.

Más allá de esta función informativa / reivindicativa, Nadie sabe nada de gatos persas no puede verse como mucho más que una sucesión de videos musicales que sorprenden por la novedad que supone el lenguaje del videoclip respecto al estereotipo de cine iraní que estamos acostumbrados a ver, pero que tampoco aportan nada que no hayamos visto antes. La falta de adornos de la parte narrativa no encaja con los momentos musicales, se perjudican mutuamente. Da la sensación de que Bahman Ghobadi no ha querido dejar fuera ninguna banda que considerara interesante, sin importarle tanto su función dentro del casi inexistente argumento como que sus nombres empezaran a sonar fuera de Irán.

Incluso con todos sus defectos, este nuevo trabajo del director de Las tortugas también vuelan (2004)merece la pena ser visto como una de esas películas que ayudan a abrir la mente, a descubrir realidades que permanecían ocultas, en definitiva, a desmontar tópicos sobre aquello que sólo conocemos de oídas.