
Valoración de VaDeCine.es: 8
Título original: Ed Wood Nacionalidad: EE.UU. Año: 1994 Duración: 127 min. Dirección: Tim Burton Guión: Scott Alexander, Larry Karaszewski Fotografía: Stefan Czapsky Música: Howard Shore Intérpretes: Johnny Depp (Ed Wood), Martin Landau (Bela Lugosi), Sarah Jessica Parker (Dolores Fuller), Patricia Arquete (Kathy O'Hara), Vincent D'Onofrio (Orson Welles), Bill Murray (Bunny Breckinridge)
Tráiler
El concepto de homenaje posee dos vertientes bien diferentes entre sí. La más trillada es aquélla que se practica en pos del encumbramiento de la persona o el acontecimiento que se homenajea, generalmente debido a una empatía favorable hacia él por parte de la persona o colectivo que lo lleva a cabo, con el subsiguiente riesgo de caer en una idealización carente de matices que impida definirlo adecuadamente en su contexto. La más interesante aunque, lógicamente, menos transitada, se preocupa, sin embargo, no en intentar encumbrar uniformemente el objeto homenajeado, sino en intentar reflejarlo de la manera más fiel posible a su esencia, asumiendo la realidad de los meandros más irregulares en su existencia; captando, de esta forma, su verdadero significado y sentido conforme a su historia, conforme a la historia.

Tim Burton emprendió, muy inteligentemente, este segundo camino a la hora de llevar a cabo su particular homenaje a la figura del director estadounidense Edward D. Wood Jr. Su cinta, precisamente titulada Ed Wood en honor al nombre artístico con que se conoció al comúnmente catalogado como “peor director de la historia del cine”, supone, así, un biopic nada complaciente y sí muy irónico con respecto a su figura, donde el humor pesa de una manera superior a un drama que no casa con su personalidad, suficientemente entusiasmada como para reparar en su escasa repercusión artística. Todo es mucho más sencillo cuando se cuenta con un plantel de actores en estado de gracia, que se pasean por el interior de una suave fotografía en blanco y negro evocadora de la época en que vivieron sus dobles, perfectamente situados en su marco de acción debido a la certera ambientación de serie B propuesta. De esta manera, y con el habitual del director Johnny Depp interpretando uno de sus papeles más justamente entusiastas para así recrear el exaltado fervor del joven realizador, Burton nos narra el periodo más representativo e intenso de la carrera de Ed Wood, aquél que va desde la realización de una de sus primeras cintas, Glen or Glenda, en el año 1953, hasta el rodaje y posterior estreno de su obra más conocida: Plan 9 from Outer Space, que realizaría seis años más tarde. En medio, Bride of the monster (1955) y la suerte que tuvo en haber conocido al mítico actor Bela Lugosi, quien tenía su nombre grabado a fuego en la historia del séptimo arte gracias a su antológica caracterización de Drácula pero que por aquel entonces se encontraba en clara decadencia, tanto física como artística. La cinta esquiva la rigurosidad histórica para centrarse en la provechosa relación que el director tuvo con éste (que a partir de entonces, sería el actor principal en sus fims), entregándonos secuencias de verdadera emoción y sana risotada, producto de un guión ágil por momentos pero ducho en diálogos conspicuos y ocurrentes, y, sobre todo, de una química especial entre Depp y Martin Landau, quien no interpretó a Lugosi sino que se transformó en él, por obra y gracia de su fatigado gesto y verbosa expresión; de su endiablado carisma, en definitiva. Prácticamente, un doble homenaje.
 La película representa la pasión e ilusión natural de un hombre corriente por la creación cinematográfica, en su máxima expresión, sin importar el resultado final sino el hecho de rodar y rodar, de buscar desesperadamente un presupuesto, de perder el sentido del ridículo y divertirse y travestirse junto con él sin complejos ni ataduras de ninguna clase. La plasmación de un sueño, el de la (re)creación de un ambiente de pasión compartida por el medio, sin el cual éste carecería de su sentido más puro: el de la diversión. Burton se desinhibió y apartó momentáneamente su particular mirada hacia la oscuridad para aprehenderse de ello y entregarnos, casualmente, una de sus obras más redondas y maduras.
|
Un peliculón, y Landau enorme como Lugosi Catacroker.