Película Imago Mortis

Absolutamente espantosa, aclarando el uso peyorativo de la palabra, Imago Mortis resulta un estéril y patético pseudohomenaje al terror clásico europeo capaz de avergonzar las muchas influencias de su director trasalpino. De esta manera, pese a sus pretensiones por evocar a ilustres compatriotas como Bava, Argento o Avati, además de sofocar con fallidas ínfulas gótico-expresionistas, el pobre Stefano Bessoni se haría un gran favor buscando otro itinerario en su carrera profesional. Y es que tras comprobar la inoperancia general de este inmundo largometraje, sólo conclusiones negativas pueden extraerse de tan paupérrima incursión en el fantástico.

Principalmente lastrada por un guión verdaderamente deshilachado y obtuso, a esta bochornosa cinta no hay por donde cogerla. Su estúpida narración, indecisa e incoherente entre una historia de fantasmas o una de criminales, y disparatadamente construida alrededor de un absurdo tanatoscopio, ¡aparato saca-ojos diseñado para captar «tanatografías» de la retina muerta!, resulta uno de los relatos más necios e incomprensibles de los últimos tiempos. Pésimas interpretaciones (decepcionante Alberto Amarilla), diálogos nefastos y sustos vulgarmente gratuitos hunden aún más el lastimoso acabado. Si a todo ello sumamos -mejor dicho, restamos- su desconcertante ambientación y dirección artística, el naufragio general hace imposible tomar en serio semejante bodrio. Y es que el espectador, entre tanta insensatez y anacronismo, además de consolidar el bostezo, ni tan siquiera es capaz de situarse en época y lugar sugeridos.

En definitiva, plagada de reiteraciones, estupideces y pretensiones sin rumbo fijo, estamos ante una verdadera tortura fílmica merecedora del mayor de los desprecios. Un completo despropósito que, consolidado aún peor de lo que auguran sus primeros instantes, hace valer el dicho “lo que mal empieza peor acaba”. Un film francamente deleznable. Perdido en tierra de nadie. Ni se les ocurra echar un vistazo. La integridad de sus ojos va en ello.