Película Acantilado Rojo (versión internacional)

Sí, han leído bien. Valoración: “cero patatero” para este infame corte internacional. Nulo interés cinematográfico. Vamos, que esto ni parece una película. Como prefieran tomarlo. Entiéndase esta radical nota como enérgica protesta a lo aquí perpetrado. Pero antes, qué menos que situarles para poder razonar. Atiendan y después, por favor, les agradecería su opinión.

Acantilado Rojo se realiza como la mayor inversión del cine chino de todos los tiempos. Su ambicioso metraje, llevado hasta los 280 minutos, se divide acertadamente para la versión original en dos películas que componen un díptico probablemente soberbio. Así fue concebida y, como tal, completa y vigorosa, ha sido exhibida en los cines orientales, donde el éxito de público y crítica es rotundo desde su estreno. ¿Por qué aquí no podemos gozar de ella en las mismas condiciones? Ya pueden imaginar. Por el cobarde miedo de las productoras, las cuales constantemente nos subestiman y han decidido que el Wuxia, género de caballería mítica china, no será capaz de enganchar al espectador occidental para devorar las dos entregas de la épica completa. Recuerden que ya lo asumimos con Kill Bill de Tarantino o el Che de Steven Soderbergh, en esas dos partes, e incluso en tri o tetracontinuidades de dudosísima calidad (sí, me refiero a Crepúsculo, la odio). No obstante, sobre el cine oriental sigue habiendo muchas dudas, prejuicios y, sobre todo, complejos propios, como demuestra la falta de arrojo de este despropósito.

Pero…¿ESTO QUÉ ES? (Matias Prats dixit)

Así pues, ¡que nos den morcilla! Nos clavan una versión podada sin mimo, reducida a la mitad del metraje, adelantan un par de trailers espectaculares, cuatro críticas vendidas y a recaudar, que estas pelis bélicas de chinos siempre atraen, como mínimo, a los mismos. Con todos ellos -nosotros, me incluyo- se redondea un negocio rentable y sin ningún riesgo. ¡A tomar por saco! ¿Podrían apostar a lo grande por esta superproducción original? Desde luego, con una campaña de marketing adecuada seguro que sí. La gente acude como moscas a la miel a todo lo publicitado poderosamente. Sin embargo, los riesgos, y menos en pos de la virtud artística, no son asumibles para la industria. Les da todo igual, la vergüenza pasa y el duro queda en casa. Es más, todavía algún espectador, desde luego poco versado, saldrá medianamente satisfecho de esta mutilada ensalada de ostias y quizá reclute algún despistado más para la sala.

Total, nos quedamos con un horroroso y atropellado montaje, cercenado en su alma, carente de personajes, con un argumento tullido y fundamentalmente compuesto de atronadoras batallas huérfanas de empatía. De hecho, como sólo hay tiempo para la guerra, ésta ocupa desmesuradamente el cien por cien del metraje salvado. Por supuesto, se advierte la probable grandeza de su edición original en el cuidado de escenarios, su fotografía, las espectaculares coreografías e ingeniosas estrategias militares, así como queda patente la fuerte inversión en estrellas del cine oriental. No obstante, aquí estoy para opinar sólo de lo visto en mi butaca. Un vergonzoso corte, espoleado por la urgencia, introducido por una voz en off chirriante y plagado de insalvables fallos de raccord, verdaderamente de toda naturaleza, que anulan la continuidad de una cinta rematada sin ton ni son. En definitiva, un absurdo desatino en el que desde el primer minuto se adivina su inconcebible funcionamiento en pantalla. Una pena, ya que incluso tengo pereza de probar la versión completa. Si lo hago, y seguro que se trata una maravillosa película, prometo escribir la crítica. De ésta, su deplorable versión internacional, una cinta distinta al fin y al cabo, queda todo dicho.