Película Gamer

Mark Neveldine y Brian Taylor se atreven con los videojuegos en Gamer, una propuesta no poco arriesgada que aboga por un futuro socialmente dominado por la tecnología virtual. Con una visión caótica y envilecida de un mundo que parece haber perdido el norte, el dueto de directores nos adentra en un macabro universo en el que la vida humana se pone al servicio del joystick.

Society, plataforma creada por el magnate de la tecnología Ken Castle (Michael C. Hall), permite a los usuarios controlar a personajes reales y vivir a través de ellos en una desenfrenada comunidad virtual que refiere a Los Sims. Los estratos sociales más deprimidos se emplean como avatares renunciando a su autonomía y, a manos de los jugadores, se mueven sometidos a los licenciosos deseos de sus dueños. Sin embargo, Castle, secundado por el gobierno, ha decidido dar un paso más para crear un novedoso y violento videojuego denominado Slayers. En él, reos condenados a muerte luchan en una batalla real controlados por jugadores. El luchador que consiga superar con vida 30 batallas será liberado y Kable (Gerard Butler), está un paso de conseguirlo. Convertido en un héroe social y con medio mundo pendiente de sus hazañas, Kable decidirá desvincularse de su controlador haciendo de este modo que el maquiavélico sistema se tambalee.

Remitiendo en su planteamiento a Perseguido, protagonizada por Schwarzenegger y dirigida por P. M. Glaser en los 80, la cinta fluye entre movimientos frenéticos de cámara y un estilo muy personal. A caballo entre una estética punk decadente y un colorido de lo más chic, Society inunda las pupilas con unos efectos visuales muy peculiares, siendo la estética de videojuego uno de los puntos fuertes de la cinta. No obstante, los realizadores se recrean, quizá con cierto exceso, en un morbo exacerbado que en ocasiones se antoja un tanto gratuito.

La previsibilidad del desarrollo de la cinta es tan obvia que desvencija buena parte del interesante planteamiento e, inevitablemente, hace que el happy ending resulte un tanto artificioso. Esto, aderezado con un mensaje filosófico acerca de lo vil de la naturaleza humana y unas someras intenciones trascendentales que no llegan a cuajarse con plenitud, hacen de Gamer una película comercial que contrasta con lo particular de su estética. Un curioso híbrido bastante disfrutable si decides dejarte llevar por la atmósfera hiper-tecnológica, los tiros y las numerosas explosiones de excéntrica genialidad.