Película Grindhouse

Todo el mundo sabe quien es Diego Maradona o Cristiano Ronaldo. Muchos sabrán quien es Onésimo o Mágico Gonzalez, incluso dialogarán con fluidez sobre las selecciones de Suecia, Bulgaria o Rumanía en el mundial de Estados Unidos del 94. Pero serán pocos los que puedan tener una discusión acerca de la calidad técnica del Tato Abadía, de cómo Makaay ya era un crack en el Tenerife o de que Oli nunca le llegó a la suela de los talones a Carlos, por mucho que se diga. Todos estamos de acuerdo en que discutir sobre esto último no es lo que se dice hacerlo sobre la magia del fútbol, pero siempre se puede tener una estupenda conversación veraniega en la terraza de un bar cualquiera tomando unas cervezas bien fresquitas. Eso también es vida, ¿o no?. Valga este símil futbolístico para definir el proyecto de dos locos, no ya del cine en general, sino de uno determinado que seguramente conocen mejor que el 99% de los que nos denominamos cinéfilos.

Montada como si de una sesión doble se tratara Tarantino y Rodríguez han vendido sus películas como un todo, denominado Grindhouse, que viene con su propio trailer (Machete) incluido. Un compendio de cine bizarro que debe valorarse como lo que es, un juguete en manos de dos directores adoradores del pulp y la serie Z, que se han gastado los dividendos de Sin City y Kill Bill, ahí es nada, en darse el gusto de homenajear con sendas películas el cine que han mamado y así poner su granito de arena en la historia de este género, y sin duda lo consiguen ambos aceptablemente.