Película Cosas que nunca te dije

A film by Isabel Coixet. Como si de una declaración de principios se tratara, ésto es lo que vemos en el primer plano de la ópera prima de la directora en tierras americanas. La gafapasta catalana se sabe y autonombra autora con este simple detalle, y a fe que lo es. Cosas que nunca te dije tiene la frescura de las primeras obras, cuando la propia marca, autoimpuesta, ya digo, no aprisiona la imágenes ni acota el resultado. Y sobre todo, se desmarca del resto de sus profundamente autoencorsetadas películas en el humor que tiene cabida hasta en la más triste de las situaciones. Reír por no llorar, pero ahí está. Auto, auto, auto…un prefijo muy utilizado al hablar de Coixet, pero por fortuna aquí, para bien.

No hay nada demasiado original en la historia de Ann, una chica que lo dejó todo por amor para irse a vivir a un pueblecito perdido de la mano de Dios y que ahora ve cómo es abandonada a su suerte y Don, un treintañero que vaga a la deriva y que colabora con el teléfono de la esperanza. Donde sí residen los hallazgos de la película es en la forma de afrontar dicha situación. Ann trata de exorcizar toda la rabia y pena que tiene dentro mediante la grabación de cintas de video donde expone a su ex lo que siente de forma que cada palabra sale de su alma y es como un parto mientras que Don torna dichos sentimientos negativos en positivos ayudando a la gente, y, por qué no decirlo, viendo que hay personas que están aun peor que él. Coixet nos convierte en vouyers (aquí sobra un personaje) de la chica y cómplices del chico. O tal vez alrevés. La sensación melancólica que destila todo el metraje se ve multiplicada con un desarrollo y sobre todo un final agridulce ciertamenteacertado y tramposo a la vez, ya que todos, y digo todos, tenemos esa persona en nuestra vida con la que no supimos conectar, ya sea una pareja, amigo o familiar.

Cual cajón de sastre de las relaciones humanas, el resto de secundarios intentan aportar otros puntos de vista, de modo que el guión está trufado de ideas y guiños personales. Casi todo lo que dicen los personajes es trascendente y rimbombante, mostrando los sentimientos interiores a flor de piel. Suerte que, como ya he comentado, las coñas también tienen cabida y son un respiro emocional. Tanto hurgar en el corazón humano hace que Isabel caiga en tópicos tanto argumentales y de lugares comunes del cine yankee; me dejan, me atiborro a helado de chocolate, como en sentencias supuestamente profundas pero que podrían ser irrisorias, según si ves la peli con tu chica al lado o con tus amigotes. Afirmaciones tales como: «Empecé a quererte en el momento justo en que llamaste para decirme que me dejabas» o «las cosas que no se dicen suelen ser las más importantes» pueden producir un gran espectro de emociones en el espectador, y no todas buenas.

Antes de convertirse en un intrincado género en si misma, Isabel Coixet entregó esta amable pero desasosegadora historia de personajes perdidos en su búsqueda de no se sabe qué, o mejor dicho, en su no-búsqueda de no se sabe qué.Apoyándose en la iluminación, recurso obvio pero efectivo, y en un guión que compensa la supuesta profundidad con escenas que le quitan gravedad, como ese homenaje al vídeo de Everybody Hurts de REM, Coixet se convierte en una Kevin Smith femenina aunque formal, melancólica y que se toma muy en serio a sí misma. A partir de aquí empezaría una cuesta abajo hacia su autoconsagración en películas en las que es tan consciente de sí misma como largos los títulos. ¿Veis? Otra vez el prefijo auto. Os lo dije.