Película Desafío Total

Recuerdo los aburridos tiempos de Secundaria. Entonces, al menos en mi instituto, la clase de Filosofía resultó una productiva fábrica de bostezos en manos de una inepta profesora. Sin embargo, y me consta, en muchos otros centros esta materia sí despierta el grado de fascinación que merece. Y es que, no en vano, sus modelos clásicos han alimentado habitualmente el cine y literatura más vanguardista. Así, y en esta ocasión en forma de violenta película de ciencia ficción, encontramos uno de los temas filosóficos más recurrentes en el género: la duda de Descartes. Un pensamiento que menciona, entre otras ideas, la difícil distinción entre sueño y vigilia. Un estado de confusión sensorial sobre el que asienta su discurso el relato de Philip K. Dick de 1966, We Can Remember It for You Wholesale, utilizado para elaborar el guión de esta influyente cinta.

Ambientado en un futuro cercano, el film nos presenta a Douglas Quaid, un sencillo obrero preocupado por sus continuas pesadillas sobre Marte. Angustiado por el asunto, éste decide conocer aquel planeta por medio de Memory Call, una agencia especializada en viajes virtuales insertados en forma de ensoñaciones. Sin embargo, algo falla en el proceso y una serie de extraños recuerdos son rescatados en un Quaid que comienza a dudar sobre su propia identidad. Ávido de respuestas, sólo una auténtica visita al Planeta Rojo revelará los misterios escondidos tras su amnesia.

Haciendo gala de ideas muy originales, la cinta serviría de referente para títulos posteriores que, como Dark CityMatrix o Abre los Ojos, exploraron conceptos similares. Su inteligente guión, aunque no exento de excesos y algún resbalón, construye un sólido armazón para su trepidante y sorprendente discurso. Sin embargo, y aunque el tono reflexivo esté presente en la obra, no hemos de olvidar que Desafío Total es, sobre todo, una magnífica película de aventuras y mucha acción; y de la más brutal y violenta, desde luego, máxime al contar con un especialista como Arnold Schwarzenegger, cuya presencia y personalidad inundan la escena para bien o para mal. Un fiel testimonio de su tiempo, a caballo entre las décadas de los ochenta y noventa, en el que la atrocidad campaba a sus anchas en pantalla entre el gozoso entretenimiento. Una cinta orientada a concretar su feroz estilo en ese característico toque gore con aroma a serie B y bastante humor, tan del gusto de su director, Paul Verhoeven.

Pero hablar de Desafío Total es también hablar de espectaculares efectos especiales. Premiada como única nominada, por abrumadora superioridad, con el Oscar en 1990 en este apartado, la obra deslumbra con su personalísimo despliegue audiovisual. Todo un impacto en la época, gozoso de buena salud aún en su vejez, con una capacidad desorbitada para crear secuencias inolvidables.

Convertido en un clásico del género por pleno derecho, para el recuerdo colectivo queda su rico despliegue de mutantes, artefactos futuristas, chistes y, cómo no, esa archiconocida, tan relacionada al fútbol español, que, todo hay que decirlo, recuerda sospechosamente a la compuesta para Conan, el Bárbaro por Basil Poledouris. Con todo, una gran muestra de honesto cine de esparcimiento, decididamente recomendable más allá de su evidente fin lúdico.