
Valoración de VaDeCine.es: 7
Título original: The Terminator Nacionalidad: Estados Unidos Año: 1984 Duración: 108 min. Dirección: James Cameron Guión: James Cameron y Gale Anne Hurd Fotografía: Adam Greenberg Música: Brad Fiedel Intérpretes: Arnold Schwarzenegger (Terminator), Michael Biehn (Kyle Reese), Linda Hamilton (Sarah Connor) Trailer
Quién le iba a decir a James Cameron cuando estaba rodando su debut en el cine, Pirañas 2: Los vampiros del mar (1981), que su siguiente película (sólo tres años más tarde) iba a marcar un antes y un después en el cine de acción. La decepción que supuso el rodaje de su ópera prima hizo que Cameron jurara que jamás volvería a dirigir una película que no hubiera escrito él mismo, algo especialmente llamativo al tratarse de un director especializado en un género poco dado a la “autoría”. Cuando fue de productora en productora con el guión de Terminator bajo el brazo, nadie le hizo caso hasta que no regaló el guión (en realidad lo vendió por un dólar) a cambio de que le dejaran dirigir el proyecto. Como recompensa, consiguió que la película recaudara en taquilla más de diez veces su presupuesto. Pero no sólo eso, sino que además creó una obra mítica, imprescindible, del cine “palomitero”. James Cameron, con un presupuesto irrisorio (y más para él, que posteriormente batirá el récord de película más cara de la historia con cada proyecto que dirija), demuestra su enorme talento para las escenas de acción. Con una economía de planos admirable, imprime un ritmo que mantiene en vilo al espectador gracias a sus calculados descansos para luego volver a la carga sin apenas dar tiempo para tomar aliento. Pero la habilidad de Cameron no se limita a poner al borde de una taquicardia al espectador sino que su capacidad narrativa queda especialmente patente en los primeros treinta minutos de metraje, sin apenas diálogo, en los que juega magistralmente al despiste con el espectador, ignorante de las verdaderas intenciones de Terminator y Kyle Reese (Michael Biehn).

Terminator, como personaje, es un icono de la Historia del Cine. Su esqueleto metálico atravesando un infierno de llamas; sus persecuciones montado en moto empuñando una escopeta; la inquietante luz roja que emite su ojo mecánico; las curas que se realiza él mismo, aunque tenga que abrirse el brazo en canal para hacerlo, sin mover un sólo músculo de la cara; todo eso, ya forma parte del Cine. Arnold Schwarzenegger es uno de los responsables de ese éxito. Su inexpresividad habitual se convierte en su gran recurso para componer a uno de los villanos más memorables que se han visto en la gran pantalla. Al contrario de lo habitual en este tipo de personajes, su inteligencia brilla por su ausencia pero es la incansable tenacidad a la hora de cumplir la misión encomendada y su imbatibilidad lo que le hacen grande. La paradoja temporal que sirve como base argumental al film no hace más que aumentar su capacidad de atracción e invita a una reflexión más reposada de qué es lo que nos quiere contar su escritor y director. Se puede tomar como un garrafal error de guión o como una referencia al carácter sobrehumano de John Connor. No en vano, ejerce de Mesías en la lucha de los humanos contra las máquinas, cuya creación también se fundamenta en una paradoja, puesto que los restos del T-800 son utilizados para construir Skynet, el sistema informático que provocará en el futuro el caos nuclear y que creará al propio T-800, lo que le confiere también cierto aire divino. Es más, si nos atenemos al nombre de sus secuelas (el día del juicio final, para la segunda, y salvación, para la cuarta), esta hipótesis parece cobrar peso.

En cualquier caso, evitando ver más trascendencia de la que realmente pueda tener, Terminator queda como demostración de que el buen cine de acción es posible, y para ello no hace falta una montaña de dinero aunque si la hay, qué duda cabe que el espectáculo puede alcanzar proporciones insuperables, tal y como el propio Cameron se encargó de demostrar siete años después con Terminator 2, visión corregida y aumentada de este más que destacable original.
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