EL FACTOR SORPRESA ES NUESTRO ALIADO Día gris este miércoles en Sitges. No por el tiempo (bastante soleado y agradable, para nuestra suerte), sino por los films proyectados. Claro, que después del gran nivel exhibido en el día anterior, es difícil mantener la cota. Pero antes de entrar en materia, y aprovechando que ahora hemos superado el ecuador del festival y que por tanto el lector ya tendrá cierto conocimiento sobre el mismo, procede continuar desgranando los pormenores y la coyuntura que lo rodean, y que bien se prestan al comentario y al debate. 
Es algo que se ha tomado por costumbre y que atañe directamente a la cuestión cultural (y política) de esta comunidad (que al menos hasta el día de hoy es española, pese a quien pese), pero en lo referente al idioma, los que realizamos el esfuerzo de desplazarnos cada año a Sitges nos encontramos con una situación que no por habitual se antoja menos incómoda, pero que sobre todo resulta tremendamente injusta. La mayoría de los films exhibidos proceden del mercado internacional y por lo tanto están hablados en un idioma que no es el español (ni el catalán); aparecen entonces dos leds paralelos situados debajo de la(s) pantalla(s): uno con el texto en castellano y el otro, con la traducción al catalán. Sin embargo, en Sitges no sólo se proyectan películas, sino que el complejo entramado de producción del festival incluye anuncios previos -que, por cierto, después de haber visto 50 veces a lo largo de los 8 días acaban resultando ciertamente exasperantes- así como presentaciones en directo por parte de los responsables de las producciones.
Pues bien, algunos de los anuncios (no todos), como es el caso del principal de este año -Discover Satanism; una auténtica tontería que juega a banalizar un tema tan serio como es el del satanismo, con el objeto de su apertura al gran público- están rodados en inglés... e incluyen solamente subtítulos en catalán. Respecto a las presentaciones, aquí sí que ocurre que, siempre que un director o protagonista de algunas de las cintas extranjeras aparece hablando (generalmente en inglés), el traductor de turno nos transmite en catalán la equivalencia de las palabras anteriores. ¿El resultado? Todo el público y medios acreditados que provengan de fuera de Cataluña y que no dominen el inglés o la lengua extranjera correspondiente, se quedan irremediablemente sin saber de lo que se está hablando. Reflexión: bajo esta actitud, ¿realmente existe algún beneficio? ¿No sería más inteligente una postura aperturista para así contentar a la inmensa mayoría de los medios que cubren el festival, que vienen de fuera? Esto no es óbice para seguir fomentando el catalán; la identidad propia y la riqueza cultural que ostenta una lengua histórica adscrita a una determinada región no deben en ningún caso perderse, pero de la misma manera eso no debiera impedir una sana convivencia, donde todas las opciones tuvieran cabida y cada uno fuera libre de elegir. De otra manera lo único que se consigue es promover un menosprecio que generalmente generará un enfrentamiento, y mis palabras se dirigen en ambas direcciones.

Pasando a lo estrictamente cinematográfico, hoy volví a ingerir seis cintas, casi todas ellas seguidas. El cada vez más escaso sentido del juicio que albergo durante estos días se mide a través de los siguientes párrafos:
- A field in England (Ben Wheatley). Ya venía avisado por algunos compañeros sobre el desconcierto que este film causa en el espectador, lo que provocó una masiva deserción de la sala en su proyección del día anterior en el Auditori. A mí me tocaba verla esta mañana recién desayunado, y lo cierto es que pocas veces he vivido una experiencia de similar extrañeza a las 8 de la mañana (excepción hecha de aquellos maravillosos años universitarios, si se me permite el recuerdo). Film de profundo sentido lisérgico, A field in England es cine histórico pasado por el tamiz de la psicodelia: soldados desarrapados que persiguen un falso tesoro y que acompañan sus caminatas con la ingesta de setas alucinógenas, lo que da lugar a secuencias de carácter estroboscópico que descolocan pero igualmente se antojan fascinantes. También podría considerarse como un western atípico y repleto de puntos humorísticos que ayudan a rebajar el aparente sinsentido de algunas de sus impecables imágenes en blanco y negro, pero tanto da: esta rica mixtura de géneros por definir y su narrativa pausada contribuyen a regularizar un film de todo punto inclasificable. Será bueno descubrir lo que opina de ella el jurado de la Sección Oficial.
- Nos héros son morts ce soir (David Perrault). La joya oculta del día y por ende del festival. Sólo unos pocos fuimos los interesados en contemplarla en el cine Prado. El menospreciado deporte del wrestling se utiliza como excusa para hablar del difícil concepto de amistad, y sobre todo de acercar la mirada a los perdedores de este mundo. Un drama disfrazado de cine negro, estilizado en un efectivo blanco y negro que oculta la parte más sombría de los dos protagonistas, marionetas del entramado de lucha libre, y que gracias a una banda sonora encantadora y a una cámara lenta ocasional ofrece un halo mágico a sus imágenes, sin perder de vista en ningún caso la realidad sino como necesarios insertos de irrealidad en el interior de la podredumbre de aquélla.

- Real (Kiyoshi Kurosawa). Este realizador japonés sin parentesco conocido con el maestro de maestros Akira Kurosawa se reafirma con esta cinta como uno de los más imprescindibles maestros del fantástico psicológico. El grado de introspección que otorga a sus personajes resulta encomiable, el desarollo de la historia con trasfondo dramático se mide en progresivo crescendo y el inserto del elemento fantástico -que colinda con el terror- es milagrosamente natural y está en perfecta consonancia con el tono y el fondo del relato. Sólo al final la cinta pierde su buen tono, algo bastante inverosímil en este realizador poco dado al exceso; lástima de esa última media hora, que prolonga el film de manera innecesaria e introduce un elemento monstruoso que desvirtúa el despliegue de elegancia anterior.
- Europa report (Sebastián Cordero). Otra nueva cinta de ciencia-ficción, que sigue los avatares de una expedición de astronautas con el objetivo de la exploración de posible vida en un satélite de Júpiter. Con el recuerdo aún muy reciente de Gravity en nuestras retinas, ciertas secuencias de reparación de la nave en el exterior nos remiten irremediablemente a ella, pero el salto de calidad (y de producción) es abismal entre ambas. Más allá de esa injusta pero inevitable comparación, se agradece sobremanera que los responsables se hayan preocupado en dotar de cierto verismo las explicaciones científicas que alberga la cinta, sin embargo eso no la hace necesariamente más interesante, y de hecho puede venir a tapar el escaso impacto que tenga la historia, como es el caso. El grado de intriga no llega a culminar casi en ningún instante, y los momentos más remarcables llegan tarde, demasiado. Quizás con un mayor presupuesto el realizador se hubiera atrevido a mostrar algo más que solventes ejecuciones e intermitencias visuales, estudiadas explicaciones y variado pero al fin y al cabo irrelevante diálogo entre los personajes. Supongo que será olvidada por el jurado de la Sección Oficial, donde también entra a concursar.

- Cheap thrills (E.L. Katz). La otra sorpresa agradable del día. Obra del debutante E.L. Katz, la película sigue la relación entre dos antiguos amigos que se reencuentran cuando uno de ellos ha sido despedido de su trabajo y tiene una orden de embargo. Ante la necesidad, se aventurarán en una serie de tontos desafíos a cambio de dinero que les proponen un ricachón y su pareja, y que cada vez irán a más sin que ni ellos mismos se den cuenta. La cinta funciona muy bien, primero, porque carece de ambición alguna, y segundo, porque no exenta de un humor negro que le va ni que pintado a la narración y que se integra perfectamente en la misma con el objeto de rebajar su tensión, termina por explosionar en secuencias de carácter cuasi grotesco, bajo cuya apariencia se esconde una terrible diatriba contra el peligro de las falsas apariencias, el sentido de la competitividad natural en nuestra especie y la moldeable moralidad que impera a nuestro alrededor. Con algún pequeño giro sin el cual no podría llevarse a cabo, en ningún caso se pierde el sentido de la factibilidad de esta impactante historia, lo que la hace más interesante aún. Seguramente no acapare ningún premio de la Sección Oficial donde compite, pero reúne muchas papeletas para alzarse con el Premio del público (algo medible a raíz del júbilo del respetable a su finalización, y de los múltiples 5 de 5 con los que la gente depositaba su papeleta en las urnas destinadas a tal cometido).
- Open grave (Gonzalo López-Gallego). Terminamos el día visionando la última película de uno de los realizadores más inteligentes del panorama estatal: Gonzalo López-Gallego. El autor de cintas como Nómadas, Sobre el arcoiris o El rey de la montaña regresa con su producción internacional de más calado hasta el momento (tras su poco conocida Apollo 18): Open grave. Y si hace unos días comentábamos el bendito caso de Jorge C. Dorado con su debut en Mindscape, ahora no nos queda otra que reseñar el caso opuesto. La profunda personalidad y la valentía que desprendían los mencionados primeros films del director parecen desaparecer por completo en esta realización no por robusta -su capacidad visual y su sólido manejo tras las cámaras para destapar el desasosiego habitual de sus protagonistas tampoco se pierde aquí- menos manida. Un nuevo caso de film ambientado en un hipotético (y próximo) fin del mundo, donde el motor de la acción que mueve al grupo de personajes es el desconocimiento que tienen de su situación de abandono en un lugar desconocido en medio del bosque, y que será debidamente explicado al final, cuando toda la lucha anterior haya terminado. No se aprecia la frescura y sí un desarollo tosco y poco novedoso de los acontecimientos. Es una pena, porque con un buen guión bajo sus manos y consiguiendo una productora que apostase por él sin reparos (en estos momentos la película está en busca de distribución en nuestro país, tal y como él mismo anunció durante su presentación), estoy convencido de que este realizador madrileño podría dar mucho que hablar. Seguiremos esperando.
Encaramos la recta final de esta edición del festival de Sitges. Ya sólo restan tres sesiones completas. Y la verdad es que no sé si sentir pena o vislumbrar un resquicio de alegría, puesto que tanta proyección acaba agotando a uno, y además el nivel general sigue estando por debajo del del año pasado, bajo mi punto de vista. Mañana se antoja un día clave de cara a la evaluación de las últimas perspectivas.
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Osea, que Europa Report y Real son buenas, y Open Grave mala. Ya tengo preparados el traje de giallo y la navaja de afeitar...te lo aviso.