A finales de los años 20 se produjo la primera de las revoluciones en el mundo del cine con la llegada del sonido. Sólo una década después, el color cambió radicalmente la forma de ver y hacer películas. Hoy, más de 70 años después, todo parece indicar que se avecina una nueva era para la gran pantalla, la del cine en 3D. Sin embargo, hace mucho tiempo que la industria cinematográfica lleva persiguiendo esa tercera dimensión. A través de este artículo os propongo un repaso por toda la historia del cine en tres dimensiones.
LA COMPETENCIA DESPIERTA EL INGENIO
La idea de añadir una dimensión extra a la imagen es más antigua de lo que se podría creer, ya que en fotografía se viene estudiando desde principios del siglo XIX. Aplicada al cine, data casi desde su mismo nacimiento puesto que el primer sistema de este tipo fue creado en 1900. Sin embargo, no sería hasta 1922 cuando se exhibiera comercialmente la primera película que hacía uso de esta técnica. Se tituló The Power of Love (Nat G. Deverich y Harry K. Fairall) pero el proceso todavía se encontraba en pañales y apenas se extendió en la industria.
A lo largo de toda su existencia, el cine se ha tenido que enfrentar a un gran número de rivales en la tarea de entretener al gran público. Su máximo contrincante ha sido y es la televisión. Tras su invención allá por los años 50, la afluencia de espectadores a los cines bajó drásticamente ante la casi irresistible tentación de quedarse cómodamente en casa disfrutando de un espectáculo muy similar. Los productores y distribuidores cinematográficos decidieron contraatacar con un arma que quedaba fuera del alcance de los platós televisivos: el espectáculo. Para ello ingeniaron todo tipo de técnicas que permitieran al espectador disfrutar de sensaciones imposibles de conseguir sentado plácidamente en su sillón. Algunas de ellas tan rocambolescas como las adoptadas por William Castle, especializado en el género de terror, que incluyó una serie de "gimmicks" o trucos en las proyecciones de sus películas para impresionar al público y que consistían en cosas tan curiosas como esqueletos que sobrevolaban las cabezas de los espectadores o butacas vibratorias. Otra iniciativa más relevante, aunque decididamente menos divertida, desembocó en la invención del Cinemascope, que introdujo por primera vez el formato panorámico en las pantallas de cine.
 Bwana Devil fue la primera película en 3D con éxito
Paralelamente al Cinemascope, se fue desarrollando el sistema de proyección en tres dimensiones hasta que en 1952 se estrenó la primera película, titulada Bwana Devil (Arch Oboler, 1952), que utilizaba esta técnica. Aunque hoy olvidada, en su momento cosechó un enorme éxito lo que provocó que todas las productoras comenzaran la carrera por ser las siguientes en sacar tajada. Parecía claro, el 3D no sólo iba a revolucionar la forma de ver una película sino que también iba a convertirse en la nueva gallina de los huevos de oro. Fue tan grande el impacto que tuvo el nuevo sistema que hasta grandes directores, como Alfred Hitchcock en Crimen perfecto (1954), se decidieron a probar sus posibilidades. Incluso hubo actores que prácticamente se especializaron en películas de este tipo. De hecho, Vincent Price fue apodado “El rey del 3D” después de protagonizar cuatro de estos films en sólo tres años.
DOLOR DE CABEZA
La época de vacas gordas duró bien poco ya que a finales de 1953 empezó la decadencia de las tres dimensiones. Lo que parecía destinado a cambiar para siempre la industria fue reduciéndose paulatinamente hasta convertirse en una reliquia del pasado. Las razones a este suceso hay que buscarlas, ante todo, en la tecnología utilizada. Para conseguir el efecto de relieve, era necesario proyectar dos copias de la imagen simultáneamente. Estas copias debían permanecer exactamente idénticas sesión tras sesión para evitar que la sincronización se perdiera, ya que en ese caso la audiencia sufriría fatiga visual e, incluso, dolores de cabeza. Además, para los espectadores situados en las butacas laterales resultaba imposible ver la imagen, ni siquiera en dos dimensiones (similar al efecto que se producía con las primeras pantallas LCD).
 Hitchcock, siempre dispuesto a experimentar, también utilizó el 3D
Finalmente, en 1955 la confianza de los exhibidores en el sistema se agotó y decidieron decantarse por el CinemaScope para atraer a los espectadores. A pesar de que incluso se inventó un sistema que permitía el ajuste de copias sin sincronizar, y que la última película producida en este formato, The revenge of the Creature (Jack Arnold, 1995), disfrutó de un gran éxito, la tercera dimensión fue marginada casi totalmente del circuito comercial durante más de 20 años. La técnica que estaba destinada a cambiar el cine para siempre, había fracasado.
TRAVESÍA POR EL DESIERTO
Durante los años siguientes, los ejemplos de cine en tres dimensiones son contados. Uno de ellos, sin embargo, es especialmente llamativo. The Stewardesses (Al Silliman Jr., 1969) costó 100.000 dólares y recaudó 27 millones, por lo que se la puede considerar una de las películas más rentables de la historia. Pero lo más curioso es que se trataba de una película X (!!!).
Después de utilizarlo como reclamo para intentar resucitar sagas en decadencia como Tiburón o Viernes 13, el 3D volvió a resurgir en los 80 pero limitado a un reducto casi exclusivo para este tipo de películas: los cines IMAX. En realidad, esta afirmación resulta inexacta, ya que los trabajos exhibidos en estas salas se reducían a cortometrajes con apenas argumento, pensados única y exclusivamente para el disfrute sensorial de la audiencia ante una experiencia novedosa y casi única. Por tanto, no se puede hablar de cine comercial propiamente dicho.
 Polar Express demostró la rentabilidad de las tres dimensiones
EL REGRESO
Ahora que ver una película en el salón de casa es una experiencia cada vez más parecida a la de ir al cine, Hollywood se ha encontrado con un rival a la altura de la televisión. Para vencerlo, ha encontrado en las tres dimensiones a su mejor aliado. En 2004, Polar Express (Robert Zemeckis) consiguió más del 25% de su taquilla en salas equipadas con 3D a pesar de que, comparadas con el número de salas convencionales en las que se estrenó, representaran menos del 2%. Al igual que sucedió en los años 50, la gallina de los huevos de oro parecía que había sido descubierta. Antes de ese año, el muy listo Robert Rodríguez ya le había pillado el truquillo al asunto gracias a Spy Kids 3D: Game Over (Robert Rodríguez, 2003) y Las aventuras de Sharkboy y Lavagirl en 3-D (Robert Rodríguez, 2003).
El gran artífice de este renacimiento es, sin duda, James Cameron. Su capacidad visionaria se demostró una vez más cuando, en el año 2003, utilizó la última tecnología digital para rodar Ghosts of the Abyss, primer largometraje en 3D IMAX. Para ello, se construyeron cámaras siguiendo la instrucciones del propio Cameron. Gracias a avances técnicos como éste, los inconvenientes de las tres dimensiones son cosa del pasado. La experiencia adquirida en este proyecto la pondrá en práctica en una de las películas más esperadas de este año, Avatar, cuyo estreno está previsto para el 18 de diciembre y que promete dar una nueva dimensión (literal y simbólicamente) a la ciencia-ficción.
Y AHORA, ¿QUÉ?
La prueba de que ésta no es una moda pasajera, es el gran número de producciones que ya se están preparando para los próximos años y la importancia de los involucrados en ellas. Ni más ni menos que el Rey Midas de Hollywood, Steven Spielberg, y su sucesor, Peter Jackson, ya han anunciado que dirigirán una trilogía basada en los comics de Tintín en la que casi podremos tocar el flequillo de su protagonista con nuestras propias manos.
 No os dejéis engañar por el cartel, la próxima aventura de Cameron no llegará hasta diciembre
Pero hay mucho más. A partir de ahora, Dreamworks, la productora de Shrek (Andrew Adamson y Vicky Jenson, 2001), hará todas sus películas en tres dimensiones; la siguiente “obra maestra” de Pixar, Up (Pete Docter, 2009) también utilizará este formato; Alicia viajará al país de las maravillas de la mano de Tim Burton, que además convertirá su Frankenweenie (1984) en largometraje; y, ¡atención! George Lucas remasterizará todos los episodios de la saga Star Wars para seguir exprimiendo al máximo los beneficios de su obra.
Bienvenidos al futuro. Acostumbraos porque dentro de nada las gafas 3D serán tan comunes en el cine como las palomitas. La pregunta que ahora me hago es: ¿cuánto tiempo tardará el 3D en entrar en el salón de nuestras casas? Seguro que mucho menos de lo que creemos.
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eso del 3D es todo un invento, una forma distinta de ver y vender cine pero... alguien se ha parado a pensar en las consecuencias que tiene sobre nuestros globos oculares el ver así las películas?¿ dentro de unos años todo ciegos!! XD