Película Aparecidos

Podríamos considerar necesario, y hasta deseable, en un cierto sentido, que el espectador de cine se contagie de las sensaciones de los personajes que circulan ante sí, haciendo suyas las emociones si no de manera permanente si, al menos, durante el transcurso del visionado. Con ello podría sentir más de cerca el impacto que las imágenes pudieran causar en él, haciéndose inevitablemente cómplice de la ficción. El problema viene cuando el desfile, en lugar de jubiloso, deviene torpe y cansino; entonces el seguro contagio es infeccioso.

Pues es así como se nos presenta este tercer trabajo de Paco Cabezas, su primer largometraje serio. En él, aborda un terror con ánimos de denuncia histórica: ambientado en Argentina, se trata, cómo no, de la dictadura que sufrió ese país hace 30 años. Y lo hace a través del viaje muy personal y que pretende ser esclarecedor sobre sus vidas, de una pareja de hermanos argentinos que se reúnen de nuevo para acordar la desconexión de la máquina que mantiene con vida a su padre, en estado letárgico.

Apenas conocido para ambos, irrita la facilidad con que, por contra, Cabezas nos presenta a Malena, la hermana mayor, la definición propia de la ofuscación; mientras, el alegremente dicharachero Pablo, se muestra escéptico y concede el beneficio de la duda ante la férrea determinación de su hermana para con la supuesta necesaria terminación de su padre. Es ahí donde comienza el viaje que emprenderán, pasando entonces la narración a las maneras habituales de una “road movie” con la particularidad de los sobresaltos y la progresiva encerrona en la que los protagonistas se verán envueltos, tan empecinados como su director en revolver la historia.

Con una estructura circular, donde al final se vuelve al principio, éste nos introduce en la película y su mundo de pesadilla con un enlazado que se adivina esclarecedor sobre lo venidero, como si se traspasara a otra dimensión que no es más que una realidad aterradora que comunica pasado y presente. Si bien, la sangre tarda demasiado en llegar al río, y al final no es tanta como se nos antojara, impulsando el relato a trompicones y con dificultad de avance por la reincidencia en los mismos parámetros y por la apropiación, al final, de una conciencia que a duras penas encaja en los mecanismos del suspense ideados por su realizador para llegar a ese punto.

Se consigue generar una cierta inquietud, que no es sino un cierto interés, en determinados pasajes, pero ni son realmente certeros ni tampoco demasiado originales, puesto que las historias de aparecidos y sus inevitables sustos -que, dicho sea de paso, tampoco son tantos aquí-, por desgracia nos suenan a muy vistos. Si a lo anterior sumamos su torpe mezcla con el terror histórico, su insustancioso guión, y un final algo sonrojante por cuanto destapa la apremiante necesidad de Cabezas por honrar, sea de la manera que sea, a los muertos, nos queda un pobre resultado de difícil digestión.