Película No tengas miedo

Afrontando con sutileza un tema tan monstruoso como el de la pederastia, Montxo Armendáriz triunfa en su ambición de reflejar sin explicitar un horror que sólo observamos en los ojos de su protagonista. Para conseguir tal logro el cineasta navarro tira de oficio y tacto al aceptar el hecho de que resultaría demasiado fácil, al igual que desagradable y grosero, estereotipar personajes y construir escenas violentas que escandalicen al patio de butacas y a la sociedad por extensión. Es por ello que su trabajo huye del morbo, aterrizando en un complejo y poderoso plano psicológico sobre el que nos deja libre reflexión. Y es que en su planteamiento no reina el convencionalismo ni lo ostensible, sino una visión del drama de puertas a fuera, mostrando los destrozos que sufre una víctima incapaz de hablar de sus traumas, bien por vergüenza o quizás por culpa, hasta incubar en el espectador esa angustia que proyecta la mirada de una sorprendente Michelle Jenner, quien por cierto resiste a la altura de los breves pero soberbios Lluís Homar y Belén Rueda.

Con exquisito lenguaje cinematográfico, No tengas miedo hace de su cámara un arma poderosa. De tal forma, ésta adquiere su fuerza por medio del acertado uso de inteligentes planos-secuencia, viéndose ello potenciado con la combinación de oportunas elipsis y una puesta en escena convincente. Así, sin abandonar a nuestra protagonista en su durísima soledad, cada imagen e incómodo silencio exprimen el sufrimiento de esta persona desequilibrada por un padre abusador, al que jamás vemos los colmillos, y una madre a la fuga que en su infinito egoísmo decide no enterarse de nada, convirtiéndonos en partícipes de la áspera impotencia que impera en este crudo film. Lástima que Armendáriz parezca tener poca fe en su delicadeza -o quizás en las entendederas del público- e inserte testimonios emplazados en una terapia de grupo que viene a dañar la elegancia de una obra sólo enturbiada durante esos toscos intervalos.