Escrito por Rolo Tomasi
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Sábado, 12 de Marzo de 2011 |
2343
Valoración espectadores: 4.00
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Valoración de VaDeCine.es: 4
Título original: Destination Moon Nacionalidad: Estados Unidos Año: 1950 Duración: 92 min. Dirección: Irving Pichel Guión: Alford Van Ronkel, Robert A. Heinlein y James O'Hanlon, según la novela Rocketship Galileo de Robert A. Heinlein Fotografía: Lionel Lindon Música: Leith Stevens Intérpretes: John Archer (Jim Barnes), Warner Anderson (Dr. Charles Cargraves), Tom Powers (General Thayer), Dick Wesson (Joe Sweeney)
Trailer Antes de nada, destacar que la película se produjo en el año 1950, es decir, en plena guerra fría, 7 años antes de que el Sputnik 1 fuera el primer objeto fabricado por el hombre en orbitar alrededor de la Tierra, y 16 años antes de que la también rusa Lunik 9 se convirtiera en la primera nave no tripulada en llegar a la luna.
Es fundamental hacer esta brevísima reseña histórica para valorar en su justa medida su rigor científico y porque condiciona de forma decisiva el punto de vista mostrado en este ejemplo de ciencia-ficción hollywoodiense. Durante su primera mitad, la correspondiente a los preparativos del viaje espacial, la propaganda pro-americana y anti-rusa no puede ser más obvia. De hecho, por momentos parece un publirreportaje encargado por Harry Truman para concenciar a la población estadounidense de la importancia de la investigación espacial porque, de no ser así, el enemigo se alzaría con la victoria. Incluso hay momentos supuestamente divertidos que dejan más bien perplejos como la aparición estelar del Pájaro Loco (sí, el Pájaro Loco, habéis leído bien) que recuerda a los minidocumentales con los que la central nuclear de Springfield intenta convencer de las bondades de la energía nuclear a los alumnos de la escuela primaria. En el sentido estrictamente cinematográfico, la película tampoco consigue remontar el vuelo. Protagonizada por actores de segunda fila que interpretan a personajes sin ningún calado dramático, siendo especialmente repelente el interpretado por el debutante Dick Wesson. Pero lo más grave, al tratarse de una película que principalmente intenta entretener, es su alarmante falta de ritmo, que resulta relativamente comprensible en su parte más divulgativa pero que tampoco mejora en el lado más lúdico que debería aparecer una vez que los astronautas comienzan su misión. En definitiva, tras ver Destino a la luna nadie se preguntará el porqué del olvido sufrido por su director, Irving Pichel.
Después de todo lo expresado anteriormente, puede resultar chocante que la película haya llegado hasta nuestros días, si bien tampoco se la puede considerar un clásico del género. Si hay alguna razón para su perdurabilidad, asunto más que discutible, ésta es el rigor científico con el que está tratado el viaje a la Luna. Lejos de la pura especulación habitual en este tipo de productos, Destino a la Luna es la primera película que trata con seriedad este tema gracias a la colaboración de expertos como el prestigioso escritor Robert A. Heinlein. Viendo la escena del alunizaje, es difícil no quedarse perplejo y un tanto confundido por su gran parecido con las archiconocidas imágenes de la llegada del Apolo XI a la Luna 19 años después. 
Recordados son también sus efectos especiales, especialmente ese cohete que recuerda al utilizado por Tintín en sus álbumes Objetivo: la Luna y Aterrizaje en la Luna, publicados en 1954. Aún así, es inevitable que se venga a la cabeza Viaje a la Luna (Georges Méliès, 1902), verdadero e inmortal clásico de la ciencia ficción, ejemplo de cómo convertir el cine en magia, algo que Destino a la Luna ni siquiera llega a rozar.
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Después de lo ocurrido en la central nuclear de Fukushima, esta película resulta especialmente interesante por su defensa a ultranza de la energía nuclear.
Por cierto, aquí tenéis el momento de Los Simpson al que me refiero en la crítica:
http://w ww.youtube.com/watch?v=t Aaqmd2fceI