Película Perseguido

Agradable vuelta de tuerca de la “muscle opera”, la hipertrófica acción de corte futurista salpicaría la carrera del fornido Schwarzenegger con cintas como Perseguido. De esa impactante relación nacería un nuevo subgénero capaz de inyectar sólidos guiones en la fibra muscular del cine de su época. Ahí quedan regalos como Terminator o la magnífica Desafío Total, ambas entendidas como culmen de tan explosiva combinación. La cinta que nos ocupa, muy libremente inspirada en la novela “El Fugitivo” (firmada por Stephen King bajo pseudónimo), ha quedado algo rezagada en el recuerdo popular. No obstante, pese a no alcanzar la robustez fílmica de sus hermanas mayores, para los más nostálgicos ésta sigue siendo una pieza fundamental de aquel demencial videoclub ochentero.

Plagada de trastornados tiroteos, chistes y diálogos para el olvido -todo ello no podía faltar- la película sin embargo encuentra lugar entre hostia y disparo para calzar su crítico discurso sobre los regímenes totalitarios y el apabullante poder que poseen los medios de comunicación. Así, en un futuro ya cercano, efectivamente ambientado con un fuerte aroma a decadencia, es la televisión, siempre manipulada de forma inteligente por parte del gobierno, una terrorífica arma de control sobre un pueblo adormecido por el circo del momento: “Perseguido”, el programa de TV que da título a la cinta, el cual oferta como cruel entretenimiento una brutal caza de criminales que no son sino desechos del sistema o rebeldes a éste.

Sin perder de vista la pretensión lúdica y excesiva del tinglado, la acción trepidante inunda la pantalla hasta trasladar, para nuestra gozada y mayor ironía, la monstruosidad de tan grotesco juego mortal, dejando constancia del gusto de nuestra sociedad por una violencia que esta película proyecta sin paliativos. De esta manera, reflejándonos en el cruel público de “Perseguido”, la obra hoy en día encuentra asidero para tan lunático alegato en el panorama actual político-televisivo, quedando demostrado su carácter cuasi visionario tantos años después. Y es que no hay nada más que observar la creciente legión de reality shows o la vergonzosa tergiversación informativa que nuestra querida caja tonta ejerce cada día, para temblar ante lo que hace más de 20 años sólo parecía una majadera ficción y que hoy luce con bastante ferocidad y verosimilitud. Tiempo al tiempo. La carrera en este sentido no ha hecho nada más que comenzar.