Película Babylon A.D.

«Estoy muy descontento con el film». «Nunca tuve la oportunidad de hacer una escena tal y como quería o como estaba escrita. No se respetó el guión. Malos productores, malos socios… fue una experiencia terrible».

Estas son las declaraciones del director de Babylon A.D. a propósito del tijeretazo que sufrió su criatura por parte de los directivos de la Fox y las presiones que tuvo que soportar en el rodaje para hacer una película con la calificación por edades adecuada. Pero dado el desbarajuste que son los últimos 30 minutos de la cinta no creo que los 15 minutos descartados lo consiguieran arreglar. Si el realizador está descontento no te quiero ni contar cómo debe estar el escritor del libro (Maurice G. Dantec) sobre el que se basa, ya que se puede afirmar que se produce un destrozo en toda regla (aunque también es verdad que la novela no es un dechado de originalidad, teniendo en cuenta que está escrita en 1999, como para indignarse demasiado por su versión cinematográfica).

Ya no te dejan ni comer tranquilo

La primera parte se deja ver. Está bien ambientada, efectos especiales buenos y usados con tino y escenas de acción cortas y por ello nada empalagosas. El futuro próximo que se nos presenta es creíble al 100 %, mezcla de penuria y de nuevas tecnologías que no chirrían en ningún momento, como ese mapa digital o un tren muy avanzado en un paisaje derruido. El argumento bebe de la maravillosa Hijos de los hombres (Alfonso Cuarón, 2006, cortesía de Philip K.Dick, el cual debe ser el escritor favorito de Dantec, eso seguro) y nos presenta a un mercenario cansado de serlo (Diesel) cuya última misión se convierte en un pasaporte a una nueva vida. Para ello deberá «transportar» a una chica desde una Europa en ruinas a una Nueva York Bladerunneriana dominada por la publicidad y una secta político-religiosa que aspira a dominar el cotarro controlada por una mujer sin escrúpulos. Todo se complica cuando poco a poco descubrimos que la chica en cuestión es especial, con poderes pre-cognescentes (Mr. K otra vez) y demás, y nuestro mercenario entiende (no se sabe muy bien como) que el destino de la mujer es el futuro de la humanidad (o algo así).

Depardieu y Diesel

Así que la cosa es más o menos interesante hasta que el McGuffin que supone el transporte debe ser explicado y tomar la importancia trascendente que tiene. Entonces todo se vuelve atropellado, las explicaciones son inverosímiles y sin sentido, de modo que es casi imposible enterarse del galimatías tecnológico y mesiánico que se propone. Además las acciones de los personajes no se explican, como si supieran algo que se le oculta al espectador, de modo que es imposible seguir la trama. Aunque se nota muchísimo que faltan cosas importantes que se han quedado en la sala de montaje, la continua sensación de deja vú hace que no queden ganas de ver un «Montaje del Director» para desfacer el entuerto. El colmo es que hay escenas enteras que no aportan nada a la trama, cosa incomprensible cuando nos estamos quejando de que faltan explicaciones (me refiero a ese viaje por la mente de Vin Diesel para ver algo que ya se había visto, en fin…). La cierta originalidad que se intuye presente en la novela se pierde totalmente y cuando la pantalla se queda en negro la confusión es patente en la cara del espectador.

Por tanto lo que podría haber sido un entretenido ejercicio de ciencia ficción de manual (por no decir de libro de Mr. K) con ciertos toques de acción se convierte en un pretencioso pastiche que no va a ningún lado en parte porque no le dejan. Los puntos a favor, que los tiene y bastantes, no son suficientes para perdonar la horrorosa parte final, una pena.